Trabajos y Comunicaciones, 2da. Época, Nº53, e144, enero - junio 2021. ISSN 2346-8971
Universidad Nacional de La Plata - Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Historia.

Reseñas

Reseña de: Traverso, Enzo. Melancolía de izquierda: marxismo, historia y memoria. 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 2018. 412 p

Francisco Caamaño

Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita sugerida: Caamaño, F. (2021). [Revisión del libro Melancolía de izquierda: marxismo, historia y memoria por E. Traverso]. Trabajos y Comunicaciones (53), e144. https://doi.org/10.24215/23468971e144

El cortejo entre la memoria y el olvido constituye uno de los rasgos fundacionales de cualquier identidad cultural. En el mundo occidental, estos dilemas están tempranamente reflejados en los cantos homéricos, particularmente en la figura de los lotófagos. En la Odisea, Homero narra la existencia de estos devoradores del fruto del loto, quienes, debido al consumo cotidiano de tan agraciado manjar, están condenados al olvido eterno. La pérdida de la memoria conduce a estos sujetos a un alarmante desarraigo. Los compañeros de Ulises, seducidos por el apetitoso sabor del loto, descartan incluso la idea de regresar a su tan amada patria. De este modo, los lotófagos no solamente caen en una permanente omisión de su pasado: su adicción los somete a una realidad de absoluta pasividad, donde su praxis se encuentra velada en su totalidad.

En sintonía con estas preocupaciones, el historiador italiano Enzo Traverso nos acerca “Melancolía de izquierda: marxismo, historia y memoria”. El libro, traducido al español por Fondo de Cultura Económica, fue publicado originalmente en inglés por Columbia University Press en el año 2016. Articulando un contenido estrictamente académico con una dimensión sensiblemente política, el escritor busca, implícitamente, formular algún tipo de respuesta frente al catastrófico escenario de nuestra realidad contemporánea: el triunfo, aparentemente eterno y uniforme, del orden neoliberal. Con la derrota del comunismo real, la tradición de la izquierda en su conjunto, y del marxismo en particular (la cultura dominante dentro de la izquierda a lo largo del siglo XX), se vio sometida a una amarga apatía. Vivimos en una época en donde ninguna utopía se asoma en el horizonte: el futuro, espacio temporal que poseía una central sublimación para la mentalidad de la izquierda política, queda vedado y clausurado para cualquier realidad que no sea la del capitalismo contemporáneo. La impotencia generada por la imposibilidad de crear otro mundo y la incapacidad de, inclusive, poder imaginarlo, obligó a los contemporáneos a dirigir su mirada hacia el pasado, último residuo en donde se depositaron todos esos sueños casi perdidos.

Esta obsesión actual por el ayer manifiesta un cambio en la dialéctica entre el pasado y el futuro dentro del socialismo. Durante los siglos XIX y XX, esta tradición privilegió una memoria orientada hacia el futuro, es decir, una memoria estratégica que rescataba las enseñanzas del pasado para poder utilizarlas, pragmáticamente, en su presente. En la actualidad, en cambio, el pasado tiene una connotación espectral. Dirigir la vista hacia el pretérito implica intentar salvar un cúmulo de experiencias, agotadas y archivadas en la historia, con la intención de conservar algún vestigio de la identidad de la izquierda. En estos tiempos inquietantes, despojados de todo sueño o expectativa, la cultura de izquierda conserva una melancólica mirada hacia el pasado. Esta atmósfera, este Zeitgeist o estado de ánimo tan singular, es el punto de partida desde el cual Traverso inicia su recorrido. Con una prosa atractiva y elegante, el autor pretende indagar en la dimensión melancólica de la cultura de izquierda durante el siglo XX. Su ambición es repensar la historia del socialismo y el marxismo a través de este prisma tan original.

En sus páginas iniciales, Traverso elabora una genealogía del término melancolía. En dicha reconstrucción, nos comenta que, desde una perspectiva freudiana, la melancolía estuvo asociada a una sensación de tristeza y entumecimiento constante, una desolación que se explica centralmente por la existencia de un duelo no consumado. Como patología, la melancolía refiere a la pérdida o ausencia de un objeto amado, que puede estar representado por una persona o una abstracción. El socialismo contemporáneo, sumido en la desesperación, no logra desprenderse de su tan amado ideal, perdido tan tétricamente hacia finales del siglo XX. Esta situación puede generar una tragedia. El duelo eterno puede devenir en una preocupante inercia. Como superación, Traverso propone resignificar esta melancolía. Su orientación apuesta por invertir completamente el sentido de este estado de ánimo. De este modo, la melancolía debe actuar como una premisa necesaria del proceso del duelo, un sostén vital para que el sujeto vuelva a ser activo. Su proposición insinúa una amalgama de temporalidades. Sin abandonar la esperanza por el porvenir, alienta a fraguar un nuevo proyecto utópico desde la memoria y la historia, promoviendo un redescubrimiento del pasado como rememoración (Eingedenken) de los vencidos. Proyectar el futuro desde la memoria significa entrelazar el eventual proyecto revolucionario con las potencialidades del pasado: supone la actualización y la fidelidad de las promesas y deseos emancipatorios de nuestros “antepasados”, los vencidos y derrotados por los sectores dominantes a lo largo de la historia, su redención y transcendencia. Su propuesta aboga por el duelo y la militancia como un acto simultáneo y simbiótico.

Con este objetivo en mente, cada uno de los siete capítulos de su libro exploran esta constelación melancólica desde diferentes enfoques. Traverso presenta estos tópicos a partir de distintos diálogos. Estos intercambios buscan entretejer la melancolía con temáticas como el marxismo, la memoria, el cine, la bohemia, el vínculo entre el mundo occidental y colonial, la revolución y el problema de la temporalidad. A partir de ellos, el autor se aventura a definir las posibles bases de una tradición melancólica dentro de la izquierda. Para dicha labor, Traverso recurre a una serie de recursos de diversa índole. Si bien las teorías y los conceptos ocupan un lugar esencial en su narración, estos son constantemente complementados con la observación de imágenes, artefactos y huellas de la cultura socialista. Buscando transcender una limitada historia intelectual, su argumentación apela constantemente a la descripción analítica de una amplia variedad de películas, pinturas, poemas, carteles propagandísticos, murales, entre otros. Su estudio aborda ilustraciones como El cuarto estado de Giuseppe Pellizza da Volpedo, El nuevo planeta de Konstantin Yuon o un conjunto de cuadros de Gustave Courbet, a la vez que comenta de manera detallada y entusiasta filmes como La tierra tiembla de Luchino Visconti, Queimada de Gillo Pontecorvo, Tierra y libertad de Ken Loach y las clásicas Octubre y El Acorazado Potemkin de Serguéi Eisenstein.

Los diálogos presentados por el historiador italiano no se limitan a combinar distintos ejes temáticos. Las discusiones están personificadas por distintos pensadores, cuyos planteos son desarrollados y explicitados por Traverso a lo largo de todo el libro. Sus citas de escritos y biografías son adecuadas para pensar el objeto de estudio, manifestando una apropiada preparación previa para encarar su investigación. Sin embargo, el riguroso análisis no logra encubrir una ambiciosa búsqueda personal. Si en los albores del trabajo nos comenta que su propósito es reconstruir la dimensión melancólica de la izquierda (en un sentido amplio del término) a lo largo del siglo XX, su labor específica está orientada a reflexionar dicha cuestión desde un núcleo reducido de intelectuales. Aunque su perspectiva es amplia y heterogénea, Traverso tiende a profundizar en las problemáticas elegidas a partir de una serie de nombres que se repiten frecuentemente. Su intención de transformar el mundo desde una apuesta melancólica lo obliga a realizar una selección de autores (en general, marxistas) que, desde su óptica, parecen representar de la mejor forma este tipo de tradición dentro de la izquierda. Creando implícitamente una suerte de panteón intelectual, proliferan las menciones de Friedrich Engels, Vladimir Lenin, Louis Auguste Blanqui, León Trotsky, Daniel Bensaïd y Rosa Luxemburgo. Su deseo de reactivar las potencialidades emancipadoras de la Ilustración desde la razón, superando la idea de progreso eterno, lo conduce a recurrir, necesariamente, a autores como Max Horkheimer, Theodor Adorno y Cyril L. R. James.

En “Melancolía de izquierda…”, no obstante, hay dos actores que ocupan un rol privilegiado en la argumentación. El primero de ellos es Karl Marx, en cuya obra Traverso ve reflejado parte de las tensiones y los conflictos dentro de la izquierda. La trayectoria de Marx, nos advierte, está atravesada por dos tendencias o tentaciones contradictorias. En el filósofo alemán conviven dos visiones de la historia irreconciliables entre sí: una perspectiva positivista, acumulativa y teleológica, junto con una consideración multilineal, disruptiva y dialéctica. Esa coexistencia antagónica habilita distintas lecturas, divergentes entre sí, sobre los escritos del genio de Tréveris. Por su parte, Traverso recupera la concepción dialéctica de Marx, una apreciación de la historia como un campo de potencialidades y posibilidades, en donde la catástrofe y el progreso, la opresión y la liberación cohabitan en el devenir histórico. El autor realza la riqueza del uso epistemológico del pensamiento dialéctico, sintetizado en el término hegeliano de Aufhebung, es decir, aquel movimiento que destruye y conserva a la vez.

Este rescate no es menor. Al principio de su libro, el historiador italiano nos confiesa que el marxismo no tendió a reflexionar sobre la memoria como problema teórico. Este déficit se explica, en parte, por la prioridad estratégica que Marx otorgó al futuro como temporalidad histórica. En ese marco, uno puede considerar que Traverso encontró cierta dificultad para pensar la dimensión melancólica desde esta corriente ideológica. De hecho, ¿no existen otras tradiciones de pensamiento, dentro del socialismo, desde las cuales se puede abordar aún mejor esta cuestión? Pese a ello, Traverso tiende a omitir la mención de múltiples colectivos en los cuales la consideración sobre el pasado es vital tanto en términos políticos como heurísticos. Hay grandes ausencias en su estudio: la mentalidad romántica de pensadores anglosajones como William Morris o la Sociedad Fabiana, la idealización de sociedades milenarias de corrientes como el populismo ruso o el indigenismo latinoamericano, o la propia tendencia anarquista. Todos estos actores son epidérmicamente abordados en el libro. Si el autor finalmente apuesta por una lectura melancólica desde el marxismo es porque encontró una figura singular que, desde esa tradición, teorizó de forma excepcional todas estas problemáticas: Walter Benjamin.

Benjamin es quien permite a Traverso formular una verdadera tradición melancólica desde el ideario marxista. La inclusión del intelectual alemán otorga una orientación metodológica a su obra. Posibilita, simultáneamente, su labor erudita y política. El léxico y el contenido benjaminiano, junto con el corazón de la dialéctica marxista, son la esencia de su trabajo. Con estos aspectos, el autor puede indagar de una forma peculiar en las manifestaciones de la cultura socialista del siglo XX. Adoptando los ropajes del “trapero” (Lumpensammler), el coleccionista de objetos abandonados, perdidos y olvidados, nuestro investigador recorre la centuria anterior recolectando las imágenes, sueños y deseos de los hombres y mujeres que escudaron los ideales de la igualdad social y la soberanía popular. Descalificando la despolitizada categoría de víctima, tan en boga en la actual religión cívica de la democracia liberal, Traverso define a estos sujetos bajo la condición de vencidos. El ejercicio de recuperar la memoria de estos derrotados del pasado, los aleja de las tinieblas de reificación y los retrata como sujetos con agencia histórica y actualidad. El pensamiento mesiánico, romántico y utópico presente en Benjamin, acerca a Traverso otra manera de concebir el proceso revolucionario. Como un “tiempo del ahora” (Jetzt-zeit), como un acto de redención, la revolución es el vínculo dialéctico entre el pasado irrealizable y el futuro utópico, un instante en donde se actualizan y se cumplen las promesas de todos los oprimidos a lo largo de la historia. Por ello, invirtiendo la famosa fórmula de Marx, la revolución requiere, necesariamente, extraer parte de su poesía del pasado. Allí reside, en última instancia, su esencia y naturaleza.

Recepción: 28 Julio 2020

Aprobación: 30 Agosto 2020

Publicación: 04 enero 2021

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