Trabajos y Comunicaciones, 2da. Época, Nº 43, e012, marzo 2016. ISSN 2346-8971
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Historia

 

COMUNICACIONES/COMMUNICATIONS

 

“Höss, Stroop y Stangl: verdugos profesionales. Estudio comparativo sobre los perpetradores del Holocausto a la luz de sus propias palabras.”

 

 

Martín Félix Romero

Universidad de Buenos Aires
Argentina
martinfelixromero@gmail.com

 

Cita sugerida: Romero, M. (2016). Höss, Stroop y Stangl: verdugos profesionales. Estudio comparativo sobre los perpetradores del Holocausto a la luz de sus propias palabras. Trabajos y Comunicaciones (43): e012. Recuperado de: http://www.trabajosycomunicaciones.fahce.unlp.edu.ar/article/view/TyC2016n43a12

 

Resumen
El presente trabajo es un estudio comparativo sobre perpetradores del Holocausto. Luego de una breve introducción sobre el fenómeno nazi en su contexto, se analizan los casos de tres de sus protagonistas: Rudolf Höss, Jürgen Stroop y Franz Stangl; comandante del campo de exterminio Auschwitz, responsable de la liquidación del gueto de Varsovia y comandante del campo de exterminio de Treblinka respectivamente. El caso de Höss es estudiado a partir de su autobiografía, mientras que los dos restantes a partir de las entrevistas e investigaciones de Kazimierz Moczarski y Gitta Sereny. Höss, Stangl y Stroop fueron condenados por las muertes de 1.100.000, entre 750.00 y 900.00 y 350.000 personas respectivamente. En este sentido una premisa de este trabajo es que ninguno de ellos puede ser considerado hombre corriente o persona común; por el contrario siguiendo a Raul Hilberg se los piensa como sujetos totalmente identificados e impregnados de la cosmovisión y la ideología del nacionalsocialismo y las SS que desde un marco de referencia previo agresivo y violento eventualmente fueron transformándose en asesinos en masa. Como sostiene Gustavo Cosacov estos sujetos serían dueños de una “santidad maligna o invertida” que había reemplazado sus valores éticos y morales cristiano-occidentales; permitiéndoles cometer crímenes en forma sistemática. A pesar de que la cuestión de los victimarios ha sido menos abordada que la de las victimas, en el campo historiográfico existen sólidos aportes. Basta nombrar a Christopher Browning, Peter Longerich o Raul Hilberg para explicitar la corriente de investigación a la que este texto reconoce y aspira. En este sentido el objetivo de las siguientes páginas primero es describir y explicar algunos de los mecanismos históricos, psicológicos y sociológicos que producen a perpetradores de asesinatos en serie de personas tan distantes como desconocidas; como así descifrar a también su marco de referencia. Para ello se hará un repaso crítico por las fuentes históricas a la luz de múltiples disciplinas sociales, analizando sus discursos, sus argumentos, tratando de delinear las voluntades y motivaciones de Höss, Stangl y Stroop. Un concepto clave de esta investigación es “burocracia” en el sentido de Max Weber. En un segundo lugar se reflexionará sobre la violencia nazi, en el sentido de una violencia autotélica contradictoria con respecto al paradigma social liberal y al estado de derecho. En ambos casos se priorizará recrear e interpretar el punto de vista de los perpetradores. Buscando amplitud historiográfica, se utilizarán obras clásicas como también publicaciones recientes sobre el tema. No se busca obtener conclusiones ni respuestas absolutas sino reflexionar, repensar y complejizar a los protagonistas de, acaso, el hecho más oscuro de la historia humana.

Palabras clave: Rudolf Höss; Jürgen Stroop; Franz Stangl; Alemania nazi; Holocausto; SS.

 

Profesionals executioners: Höss, Stroop y Stangl. Comparative analysis of the Holocaust perpetrators by them owns words

 

Abstract
This paper is a comparative study on Holocaust perpetrators. After a brief introduction about the nazi phenomenon in context, three cases of their protagonists are analyzed: Rudolf Höss, Jürgen Stroop and Franz Stangl; commander of the Auschwitz death camp, responsible for the liquidation of the Warsaw ghetto and the commander of the Treblinka death camp respectively. The Höss case is studied taking as a source his autobiography , while the remaining two from interviews and investigations of Kazimierz Moczarski and Gitta Sereny . Hoess , Stangl and Stroop were convicted for the deaths of 1,100,000 , between 750.00 and 900.00 and 350,000 people respectively . In this sense a premise of this work is that none of them can be considered ordinary man or ordinary person; on the contrary following Raul Hilberg they are identified as fully impregnated with the subject worldview and ideology of National Socialism and SS from a frame of reference prior aggressive and violent were eventually becoming mass murderers. As Gustavo Cosacov holds these individuals would own a " malignant or inverted holiness " that had replaced his Christian - Western ethical and moral values; allowing them to systematically commit crimes. Although the issue of the perpetrators has been less addressed than victims, in the historiographical field there are strong contributions. Suffice appoint Christopher Browning, Peter Longerich or Raul Hilberg to explain the current research to which this text recognizes and aspires. In this sense, the objective of the following pages first is to describe and explain some of the historical, psychological and sociological mechanisms that produce perpetrators of serial murders of people as far apart as unknown; as well as decipher their frame of reference. For this a critical review of the historical sources in the light of multiple social disciplines will be done, analyzing his speeches, his arguments, trying to delineate the wills and motivations of Hoess , Stangl and Stroop. A key concept of this research is " bureaucracy " in the sense of Max Weber. In second place it will reflect on Nazi violence , in the sense of contradictory autotelic violence with respect to liberal social paradigm and the rule of law. In both cases it will be prioritized to recreate and interpret the point of view of the perpetrators. Looking historiographical amplitude, classics as well as recent publications on the subject will be used. It is not seeking to obtain conclusions or absolute answers but to reflect , rethink and compound the protagonists of perhaps the darkest fact of human history.

Keywords: Rudolf Höss; Jürgen Stroop; Franz Stangl; Nazi Germany; Holocaust; SS.

 

 

“Según la voluntad de Himmler, Auschwitz estaba destinado a ser el mayor campo
de exterminio de toda la historia de la humanidad. (…) No podía reflexionar:
tenía que ejecutar la consigna. (…) Desde el momento en que el propio Führer se
había decidido por una "solución final del problema judío”, ningún miembro
veterano del partido nacionalsocialista podía plantearse preguntas, y menos aún si
se trataba de un oficial de las SS”. (Höss 2009: 138)

 

“Los judíos no tienen sentido del honor ni de la dignidad, son incapaces de esos
sentimientos. Los judíos no son del todo humanos. Los judíos son infrahombres.
Por su cuerpo corre otra sangre, tienen otros tejidos, otros huesos, otros
pensamientos diferentes a los nuestros, a los europeos, a los “arios” y, sobre todo,
los “nórdicos” (…) Nuestros biólogos y cirujanos demostraron que la sangre y los
tejidos de los judíos son completamente diferentes de los “arios”. Y los “arios”
son el modelo de los hombres auténticos”. (Stroop en Moczarski 2008: 252, 289)

[Franz Stangl] “manipuló eficazmente sus escrúpulos morales que sin duda existieron” (Sereny, 2009: 238)

 

 

Introducción

El presente trabajo es un estudio comparativo sobre tres destacados perpetradores del Holocausto. Luego de una breve introducción sobre la naturaleza del nacionalsocialismo, se exponen y analizan los casos Rudolf Höss, Jürgen Stroop y Franz Stangl. Estos hombres fueron sentenciados por los homicidios de 1.100.000, entre 750.00 y 900.00 y 350.00 personas respectivamente durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de que la cuestión de los victimarios ha sido menos abordada que la de las victimas, en el campo historiográfico existen sólidos aportes. Basta nombrar a Christopher Browning, Peter Longerich o Raul Hilberg para explicitar la corriente de investigación a la que este texto reconoce y aspira. En este sentido el objetivo de las siguientes páginas primero es describir y explicar algunos de los mecanismos históricos, psicológicos y sociológicos que producen a perpetradores de asesinatos en serie de personas tan distantes como desconocidas; como así descifrar a también su marco de referencia. Para ello se hará un repaso crítico por las fuentes históricas a la luz de múltiples disciplinas sociales, analizando sus discursos, sus argumentos, tratando de delinear las voluntades y motivaciones de Höss, Stangl y Stroop. Un concepto clave de esta investigación es “burocracia” en el sentido de Max Weber. En un segundo lugar se reflexionará sobre la violencia nazi, en el sentido de una violencia autotélica contradictoria con respecto al paradigma liberal y al estado de derecho. En ambos casos se priorizará recrear e interpretar el punto de vista de los perpetradores.

Desde el antes del final de la Segunda Guerra Mundial se escriben ensayos, opiniones e interpretaciones sobre la violencia de los perpetradores del nacionalsocialismo. En este sentido muchos autores han abonado la tesis del proceso de total ideologización a cargo de Theodor Eicke en Dachau. Según este análisis, la exposición prolongada al adoctrinamiento de las SS sobre los “enemigos del Tercer Reich” lograba extirpar los valores de piedad, respeto y humanidad para con sus víctimas. Por ejemplo desde su experiencia personal en Buchenwald Eugen Kogon califica a los SS como una elite negativa. A partir de una interpretación social de larga duración otro grupo de investigadores abona la tesis de un camino especial de modernización económica alemana sin modernización política, es decir una construcción estatal sumamente autoritaria, represiva y conservadora cuyo mejor ejemplo es el militarismo prusiano, que mutatis mutandis, fue funcional al nacionalsocialismo del siglo XX. Fue así como en palabras de Anna Pawełczyńka “en el nombre de la megalomanía nacional, una parte significativa de la sociedad alemana se mostró capaz de aceptar un incremento de la dureza en las órdenes del estado y del gobierno. La autoridad de la fuerza bruta reemplazo a la autoridad moral.” (Pawełczyńka: 1979, 14).1 Finalmente en los años 90 del siglo XX el debate sobre los perpetradores fue retomado a la partir de los textos de Daniel Goldhagen y Cristopher Browning.

Pero ¿cómo se veían estos perpetradores a sí mismos y a sus víctimas? ¿Qué porcentaje de su criminalidad se explica por el marco ideológico nacionalsocialista? ¿Qué percepción tenían de esta criminalidad? Posteriormente, ¿demostraron algún tipo de remordimiento o arrepentimiento? En el presente texto, a partir del método expositivo y comparativo se hará un repaso crítico por las biografías a la luz de múltiples disciplinas sociales, analizando su discurso, sus argumentos, tratando de delinear las fuentes emocionales y motivaciones de Höss, Stangl y Stroop. Buscando amplitud, se utilizarán obras clásicas del tema como también publicaciones recientes. La contrastación y comparación con entre perpetradores será frecuente. No se busca obtener conclusiones ni respuestas absolutas sino reflexionar, repensar y complejizar a los protagonistas de, acaso, el hecho más oscuro de la historia humana.

Fuentes

Yo, comandante de Auschwitz es un texto autobiográfico escrito por el teniente coronel de las SS Rudolf Höss en una prisión de Cracovia entre los años 1946 y 1947. Höss escribe por orden del Tribunal Supremo del Pueblo Polaco que lo ha juzgado y condenado a muerte por delitos contra la humanidad por su rol de comandante del campo de exterminio de Auschwitz entre mayo de 1940 y noviembre de 1943 y nuevamente entre el 8 de mayo de 1944 y el 18 de enero de 1945. Una vez sentenciado fue colgado en el campo, muy cerca de su antiguo despacho, el 16 de abril de 1947.

La autobiografía de Höss constituye la última y más conocida versión de sus exposiciones. Versiones anteriores de sus memorias fueron primero una declaración escrita ante oficiales británicos en marzo de 1946 en la ciudad alemana de Minden, automáticamente después de su arresto. Más famosa fue su declaración oral ante el Tribunal Militar Internacional de Núremberg en abril de 1946, en la que Höss sostiene que Heinrich Himmler, en el verano de 1941 le informó personalmente acerca de la “Solución Final”.2 Yo, comandante se publicó por primera vez en Polonia en 1951 y en la República Federal Alemana en 1958, a través de una edición al cuidado del historiador Martín Broszat. Luego vinieron las ediciones francesa, inglesa e italiana. Para los hispanohablantes la traducción llegó tardíamente en 2009, a cargo de la barcelonesa Ediciones B que incluyó un prólogo de Primo Levi de 1985.

Conversaciones con un verdugo se trata de una obra del periodista polaco Kazimierz Moczarski sobre otro criminal nazi, el teniente general de las SS Jürgen Stroop. Aquí el autor narra sus diálogos con Stroop durante su cautiverio en una cárcel polaca durante la posguerra. Stroop fue responsable de la liquidación del gueto de Varsovia en 1943, en el marco de la llamada Aktion Reinhardt. Estos hechos dejaron entre los judíos un saldo de 15.000 caídos en combate y 56.000 prisioneros que fueron automáticamente enviados a Treblinka para su asesinato.3 Conversaciones se publicó fragmentada y censurada en revistas y periódicos de Polonia entre 1968 y 1974; finalmente el libro completo vio la luz en 1992.

Desde aquella oscuridad es la fuente más tardía de las tres. Se trata de una serie de extensas conversaciones que la investigadora Gitta Sereny tuvo con el capitán de las SS Franz Stangl entre abril y junio de 1971 en la prisión de Düsseldorf sumadas a entrevistas a sus familiares, ex-compañeros, allegados y víctimas. Según la autora terminar el libro demoró cuatro años, de más está decir que el esfuerzo fue altamente productivo.

En este sentido las tres obras son ex post facto y producidas de manera consciente pensando en futuros interlocutores, esto las hace fuentes sumamente problemáticas. A su vez solo Höss se comunica directamente y en primera persona, los otros dos perpetradores lo hacen a través de un intermediario recordando tiempos pretéritos. Es decir, las obras de Moczarski y Sereny son fuentes secundarias basadas en el testimonio directo de un perpetrador. Un dato no menor es que todos los testimonios fueron producidos posteriormente a un proceso judicial; el autor de Yo, comandante se encontraba sentenciado a muerte mientras que Stangl lo estaba a cadena perpetua y Stroop atravesaba su juicio. Entonces escribir ante la certeza de una ejecución inminente es una característica exclusiva de Höss. De esta forma si bien el presente es un estudio comparativo, la singularidad del texto de Höss marcará una distinción respecto del de Stroop y Stangl.

Por otro lado si bien la responsabilidad judicial de estos tres hombres es innegable; argumentando desde la ética nacionalsocialista en los tres casos los protagonistas construyen discursos autoexculpatorios. Sus testimonios abundan en argumentos defensivos y en tergiversaciones voluntarias: era necesario obedecer, fueron convocados y aceptaron el puesto desconociendo de qué se trataba, siempre había un superior por encima de ellos, no tenían una voluntad personal de hacerle daño a sus víctimas. En otras palabras, reconocen el “trabajo sucio” pero intentan construir imágenes positivas de sí mismos donde se exaltan valores militares como la obediencia, el cumplimiento del deber; ninguno se considera mala persona y por el contrario, parafraseando a Heinrich Himmler se jactan de no haber perdido la decencia4. Más allá de los juicios de valor personales, este discurso merece una interpretación más compleja a la luz del marco de referencia de la guerra y del nacionalsocialismo.

Asimismo estas fuentes permiten acceder a mucha información sobre la mentalidad nazi en general y sobre el Holocausto en particular. Ninguno de los tres sujetos eran personas comunes o simples soldados en el sentido de que ninguna persona ordinaria y corriente está a cargo de un campo de concentración ni asesina a cientos de miles. Ellos representaba el poder total: eran la máxima autoridad en su jurisdicción, fácilmente accedían a información detallada sobre sus áreas de influencia y disponían de la vida y la muerte de sus víctimas. Sin dudas Yo, comandante, Desde aquella oscuridad y Conversaciones constituyen testimonios de gran importancia histórica y muestras cabales de los horrores del nazismo como también de su mentalidad y marco de referencia.

Burocracia, estado y sociedad en el mundo contemporáneo

Con respecto a la burocracia Max Weber sostiene la célebre metáfora de la “jaula de hierro” (Weber, 1998: 265): el mundo contemporáneo es tan complejo y las dimensiones de las sociedades tan amplias que es indispensable para la ordenación del estado y la sociedad un gran aparato burocrático que encierre la vida humana. De allí la necesidad de una dirección política que establezca los fines prescriptivos y normativos a las organismos administrativos estatales. Siguiendo el análisis de Laleff Ilieff: “el fenómeno burocrático en Weber parece ser irreversible, sólo nos queda lidiar con sus consecuencias” (Laleff Ilieff, 2009: 4).

La dictadura nazi fue el paradigma de régimen dictatorial de partido único, policial y moderno. Ahora bien, ¿qué significa esto? Los sistemas así descriptos poseen presupuestos y objetivos muy distintos a los de una simple dictadura autoritaria. El autoritarismo es fundamentalmente conservador mientras que el fascismo y el nazismo son esencialmente renovadores, pues se proponen la edificación de un tipo de hombre y de sociedad enteramente nuevos. No buscan volver al pasado sino construir un mundo totalmente distinto y superador de todo lo conocido. El rechazo a la sociedad burguesa tradicional es explícito, incluyendo los pilares fundamentales de esta (por ejemplo, la libertad individual, la autonomía del poder judicial o el sistema de partidos políticos). Ahora bien, con esta premisa, y combinando hábilmente lo homogéneo y heterógeneo los estos dos sistemas intentan romper la distinción entre las esferas públicas y privadas. Toda la estructura estatal a partir de una enorme burocracia, pretende cumplir este objetivo de fusionar las dos esferas, negando al individuo en su carácter de ente autónomo, privado.5 En consecuencia la premisa consiste en ver al ser humano como un elemento susceptible de ser manipulado arbitrariamente por el régimen.6 En este sentido, el aparato burocrático desplegado por la dictadura aumenta constantemente porque debido a su naturaleza precisa de una herramienta de control social, cultural y política. Este trabajo concibe al nacionalsocialismo un sistema fuertemente anclado en lo burocrática, dentro de los cual las SS constituían una rama central de esta burocracia estatal.

Pero a partir del trabajo de Ian Kershaw (Kershaw, 2004), no podemos decir que la dictadura alemana pretendía sin más homogeneizar a toda la sociedad, por el contrario siempre mantuvo ciertos grados de autonomía (sermones en una parroquia, conversaciones con amigos o la más pura la reclusión en la esfera privada, por ejemplo) que creaban una funcional válvula de escape del sistema. En todas palabras, la asfixiante Volksgemeinschaft nacionalsocialista también proveía tácitamente de lugares sociales para canalizar la disidencia.

Ahora bien este análisis sociológico tiene un límite explicativo. Conocer la teoría y la ideología de la dictadura nazi es necesario pero no explica cómo esa ideología impacta en los individuos. Muchos menos nos dice qué porcentaje o versión de esa ideología llega al territorio fáctico. En este sentido es funcional el concepto de marco de referencia: todo ser humano se encuentra sujeto a determinadas relaciones sociales, sistemas de creencias y formas de percepción e interpretación de lo que lo rodea. La experiencia no ingresa de forma pura en la persona sino filtrada y procesada mediante sus modelos de interpretación creados por instituciones como la familia, la escuela y los medios de comunicación. A su vez, estos filtros construyen una conducta que el sujeto concibe como la deseada. En pocas palabras, los marcos de referencia nos indican cómo interpretar, pensar y actuar ante cada situación; constituyen horizontes de sentido. Por ejemplo, la moderna sociedad industrial ha procesado la actividad bélica y la represión transformándolas en “trabajo”. Frecuentemente los perpetradores del Holocausto se refieren a los asesinatos como “mucho trabajo” o “difícil trabajo”. Es decir, resignificando un concepto y una relación social (trabajo) en una situación determinada (guerra) se normaliza y suaviza lo que en otra resulta reprobable y negativo (eliminación física de personas).

El desafío del investigador es dejar de lado sus criterios morales y normativos que nada explican, y reconstruir el marco de referencia de su objeto de estudio, en este caso los comandantes de campos de concentración de las SS. Calificar acciones como “atroces” o “brutales” desde el siglo XXI no aporta conocimiento científico del pasado sino todo lo contrario. Es decir, desde el marco de referencia y el contexto social de los miembros de las SS en un campo de concentración o exterminio esa criminalidad y violencia era perfectamente normal, común y esperable. Höss, Stangl y Stroop son buenos ejemplos del ethos de las SS nacionalsocialistas. Del mismo modo como se demostrará palmariamente más adelante en primer lugar esos mismos perpetradores tenían vidas personales y familiares normales, promedio, y en segundo lugar sería difícil sostener que tenían una psiquis alienada. La historia es más compleja.

Identidad nazi, antisemitismo e instituciones totales

Fue solamente en Alemania dónde un partido político de naturaleza totalmente racista y biologicista llegó al gobierno del estado, es decir solo ahí un estado aplicó con todos sus esfuerzos un modelo de sociedad netamente excluyente y discriminante; en palabras de Rudolf Hess “El nacionalsocialismo no es más que la biología aplicada”. El abierto antisemitismo nazi está presente ab ovo en el programa del partido del año 1920. No es erróneo calificar a la variante nacionalsocialista del antisemitismo como categorial en el sentido de que la migración de un grupo a otro, sea por propio mérito o por propio error, resultaba completamente imposible. Este paradigma abarcaba no solo a los judíos, por ejemplo también los pueblos eslavos frente a los germanos.

Posteriormente al 30 de enero de 1933 en Alemania se empezará a desarrollar una verdadera transformación de criterios morales. Bien-mal, normal-anormal, correcto-escandaloso tendrán una capital mutación en un plazo asombrosamente corto. En consecuencia y lejos de cualquier expectativa previa, en poco tiempo una comunidad entera quedó excluida del universo de la obligación moral y social, es decir del respeto, la compasión, la equidad y la tolerancia. En palabras de Sönke Neitzel y Harald Welzer

“En una sociedad en que la desigualdad categorial de los seres humanos dirige la acción estatal, se considera válida como estándar científico y es impulsada por un despliegue descomunal de la propaganda, los estereotipos grupales se consolidan; … la ideología de la desigualdad tornó aceptable y deseable la conducta antisocial social contra los grupos discriminados.”(Neitzel y Welzer, 2012: 249)

De esta forma la piedra angular de la comunidad nacionalsocialista era la oposición frente a todos los no miembros de esta. En consecuencia en el régimen hitleriano no se defendía la igualdad sino la desigualdad, no se valorizaba al sujeto sino al conjunto, rechazando la diversidad e heterogeneidad, in extremis, excluir y eliminar a los no miembros no era algo negativo sin lógico y comprensible. La desemitización de la sociedad era un objetivo en si mismo al mismo tiempo que se lo consideraba un acción central y necesaria para la superviviencia del estado nazi.

Por otra parte las SS habían surgido como una milicia política del partido nazi en 1925, a imitación de las camisas negras fascistas. Desde 1929, Heinrich Himmler fue el máximo comandante de la institución. Ya con Hitler en el poder nadie ignoraba su carácter cruel, violento y despiadado, basta con mencionar la “Noche de los cuchillos largos” de mediados de 1934.7 No es exagerado decir que las SS hayan sido lo más representativo de la violencia y criminalidad de la dictadura alemana. La obediencia, la subordinación y fidelidad totales y absolutas eran los valores máximos; contrariar una orden era un crimen y una traición. Esto sumado a la formación política y la constante propaganda del régimen convertía a cada miembro del cuerpo en autómata homicida empapado de ideología hitleriana, al menos en teoría. Para 1939 las SS era un cuerpo numeroso y de vastas prerrogativas: inteligencia y espionaje, administración de los campos de concentración, gestión de empresas comerciales, centros de investigación agrícola, etc. Jurídicamente, las SS eran inmunes. No respondían ni ante los tribunales del estado ni ante los del partido; solamente podían ser juzgados por tribunales de la propia organización. Moczarski citando a Stroop escribe “Durante ese tiempo teníamos un poder absoluto. Nosotros, los jefes de las SS, controlábamos el aparato policial, militar, administrativo, del partido, etcétera” (Moczarski, 2008: 418).

Tanto la Wehrmacht como las SS son claros ejemplos de instituciones totales. Como un monasterio o una prisión, las fuerzas armadas y de seguridad nacionalsocialistas funcionaban como mundos prácticamente herméticos con sus valores, objetos y normas de conducta particulares. En el mejor sentido weberiano el sujeto se encuentra a completa disposición de la institución. El espacio que ocupa la institución sobre el individuo es muy importante ya en tiempo de paz y mucho más en tiempo de guerra. Sin duda la realidad bélica constituye para las fuerzas armadas alemanas y también para las SS un cambio cualitativo imposible de exagerar en el sentido que la situación para las que se han formado se vuelve realidad. La institución total ahora actúa en una situación total. De todos modos el margen de actuación de una persona no desciende nunca hasta el cero hasta en el caso extremo de Auschwitz es conocido como los prisioneros y trabajadores forzados lograban esconder y contrabandear ciertos objetos y alimentos.

Biografías comparadas, Solución final y violencia autotélica

En primer lugar, respecto a las infancias de Höss, Stangl y Stroop existieron varios puntos de contacto. Yo, comandante de Auschwitz comienza con los primeros años y la juventud de su autor. Nacido en el año 1900 en la región alemana de Baden Baden, Rudolf Franz Xavier Höss pertenecía a la pequeña burguesía. Según cuenta su vida familiar fue bastante gris, su padre era un ex-militar y comerciante, católico fanático que deseaba un futuro clerical para su hijo. Opresor y rígido, desatiende las opiniones y gustos de Höss ganándose su antipatía. Casi en paralelo, Stroop nació en otra pequeña ciudad alemana, Lippe en 1895. Su padre era un jefe de policía,8 también católico y también duro y severo. Como los otros dos protagonistas, Stroop tuvo una formación escolar básica y no destacaba por sus dotes intelectuales; Moczarski describe a su personaje como ser burdo e ignorante que desconoce hasta la existencia del continente antártico (Moczarski, 2008: 455). Franz Stangl llegó al mundo en 1908, no en Alemania sino en la pequeña localidad austríaca de Altmünster. Al igual que Höss, su padre había sido parte del Ejército austrohúngaro, dueño de un carácter fuerte y rígido mantenía una relación distante hacia su hijo quien lo describe como un hombre marcial a quien le tenía un miedo atroz. Es decir los tres provenían de familias católicas, de clase media de pequeñas ciudades y recuerdan a sus padres personas severas, frías y exigentes; asimismo ninguno tuvo una formación académica elevada.

El autoritarismo está presente desde temprano en la vida de estos hombres. El niño Höss, católico practicante, sufre una enorme decepción que deviene en crisis de identidad cuando su confesor “lo traiciona” revelándole a sus padres un incidente del joven en la escuela. Esta decepción y desencanto, sumada a la negativa relación con su padre lo afectan profundamente y lo convierten en un joven enojado con su mundo en busca de un grupo de pertenencia. De sus padres escribe “los respetaba y hasta veneraba, pero era incapaz de expresarles amor” (Höss, 2009: 21). Su único contacto afectivo en su infancia era con los animales; en forma parecida Stangl afirma que de joven no tenía muchos amigos y su diversión consistía en tocar la cítara.

En cuanto a sus primeras relaciones familiares Höss y Stangl dejan entrever muy sutilmente una mezcla de odio y temor hacia la figura paterna, y en el caso de Stroop, hacia la figura materna. Desde un enfoque marxista heterodoxo Wilhelm Reich vincula la institución familiar burguesa y autoritaria con la ideología nazi, donde la tradición al mismo tiempo que amarra al individuo con la sociedad lo transforma en un sujeto disciplinado.9 Moczarski también abona la tesis del impacto de una sociedad autoritaria en los futuros jerarcas nazis, las referencias a un joven Stroop defensor del orden, apegado a las reglas y la disciplina son frecuentes en su obra; o sus propias palabras Befehl ist befehl (Moczarski, 2008: 27, 31, 28).

Por el contrario, Desde aquella oscuridad no muestra a un Stangl exageradamente obsesivo ni disciplinado; sino a un muchacho solitario y gris quien se gana la vida en una fábrica textil y “No tenía nada que hacer salvo trabajar” (Sereny, 2009: 37).

La Gran Guerra fue para Höss y Stroop un hecho central en sus vidas, ambos sentían fascinación y magnetismo por lo militar, lo marcial y lo bélico. Franz Stangl por su corta edad no solo se abstuvo de participar en ella sino que ni siquiera la menciona en su relato. De manera opuesta Höss no duda en escribir “no quería perderme esa guerra” y “todos mis pensamientos estaban dirigidos a ser soldado” (Höss, 2009: 24). Es evidente que el joven Höss ha encontrado su grupo de pertenencia y su identidad en el ámbito castrense. Logró alistarse como voluntario mintiendo sobre su edad, entrando en combate con tan solo 15 años en el frente de Oriente Medio. Partió de su hogar sin despedirse de su madre, a quien nunca más volvería a ver. Asimismo, Moczarski describe al joven soldado voluntario Stroop orgulloso del uniforme y cómodo con la disciplina prusiana. Que tanto Höss como Stroop (y también Hitler) se hayan presentado como voluntarios es significativo. Podemos inferir que en general se respiraba un clima de intenso patriotismo y belicismo en la Alemania de esos años; probablemente también la violencia era algo atractivo para estas personas.

Asimismo con vanidad y emoción Höss describe extensamente su bautismo de fuego. Narra detalladamente cómo mata a un soldado indio y se detiene a contemplar su cadáver, sin embargo afirma que no estaba nada feliz y que había sentido mucho miedo, aunque su gélida personalidad lo mostró tan calmado y seguro que se ganó una felicitación de un capitán, a quien “le tenía confianza absoluta y veneraba y respetaba como un padre” (Höss, 2009: 26). Reprimir emociones, pensamientos y sentimientos para obedecer una orden, será un rasgo que Höss hará distintivo a lo largo de su vida. Sereny afirma lo mismo de Stangl “quién manipuló eficazmente sus escrúpulos morales que sin duda existieron” (Sereny, 2009: 238).

Por otra parte, Stroop durante la Primera Guerra Mundial entabló un amorío con una mujer polaca. Relación significativa para él quien décadas después recuerda el romance como un amor sincero, hasta sostiene que estuvo dispuesto a casarse. Sin embargo, su familia y sus amigos lo presionaron para terminar este vínculo por la condición de extranjera y por el “rango inferior” de la mujer. Desde ya que Stroop terminó la relación, reprimiendo sus emociones y sentimientos.

Luego del conflicto bélico Höss y Stroop toman caminos diversos. El primero vuelve con dos condecoraciones a su hogar, donde descubre que muerta su madre poco queda de éste. Rápidamente rompe con su familia y se marcha de nuevo a Prusia Oriental para unirse a los Freikorps, grupos paramilitares de ideología ultranacionalista y de ultraderecha que pululaban en la Alemania de esos años, planteándose como oposición a las organizaciones socialistas y comunistas. “El problema de mi vocación estaba resuelto. Era otra vez soldado; había encontrado un nuevo hogar, un refugio cerca de mis camaradas”. (Höss, 2009: 30).

La vinculación al partido nacionalsocialista no fue homogénea en los tres casos. Höss ingresó tempranamente al NSDAP en 1922, pero en 1924 un proceso judicial lo sentenció a diez años de cárcel por un asesinato político. En su texto explica que mató a una persona porque dudaba de su patriotismo y temía estar ante un colaborador de fuerzas extranjeras. Es decir, para este hombre el no patriotismo merece la pena de muerte. En segundo lugar, escribe con franqueza que sospechaba que el homicidio no iba a tener consecuencias penales; tal vez él y muchos perpetradores más habrían pensado lo mismo mientras cometían asesinatos en masa, en otras palabras: la impunidad pudo haber sido una variable importante dentro de la criminalidad nazi. Más allá de su discurso atenuante, se trató de un crimen especialmente violento y la supuesta “culpabilidad” del asesinado nunca fue demostrada. Finalmente para 1928 es amnistiado y liberado. Al igual que la Gran Guerra, la cárcel es otra bisagra en su vida. Le dedica a esta etapa extensas páginas de su obra donde describe todo: la dureza de la vida cotidiana, los tipos de presos, los tipos de guardias, los vicios y los sufrimientos de la vida en un presidio, etc.

Por el contrario, Stroop luego de 1918 no participó de los grupos paramilitares que pululaban por la República de Weimar ni cometió actos delictivos de los que tengamos conocimiento; todo lo contrario: se dedicó a una cómoda carrera burocrática en su ciudad natal, Lippe. Si bien tenía simpatías por el NSDAP, Stroop no tomaba decisiones arriesgadas o imprudentes, por lo que recién se afilió a este y a las SS en 1932, poco antes de la “toma del poder” del 30 de enero de 1933. En estos años la criminalidad y el estilo marginal y agresivo de Höss contrastan con el aburguesamiento, la institucionalidad y la moderación de Stroop. De todas maneras, rápidamente Stroop se volvió un militante de tiempo completo, un nazi entusiasta que se ocupaba de todas las tareas que podía, desde actos y conferencias hasta extorsiones y saqueos a judíos además de riñas callejeras con opositores políticos.

Nuevamente Stangl representa la singularidad, esta vez por vivir fuera de Alemania. Siendo un obrero textil calificado en 1931 decide ingresar en la policía austríaca. Frente a las preguntas de Sereny sobre esa repentina decisión el protagonista no explica mucho más que la posibilidad de ascenso social para una persona sin instrucción. Hacia 1933 ya era parte de la Policía de Linz, cumpliendo diversas funciones, su actuación más notable fue el allanamiento de un depósito de armas de los nazis austríacos. Irónicamente este hecho le valió una condecoración que luego del Anschluss será motivo de agudas preocupaciones. En su testimonio narra cómo a partir de 1938 le fue necesario mentir sobre su pasado para evitar consecuencias negativas. Es más, fruto de dudosos contactos obtuvo una falsa certificación de pertenencia al partido antes de 1938. Ironía de la historia: lo que en su momento le brindó tranquilidad luego fue un pesado agravante; sus jueces no creyeron del todo esta no pertenencia y hasta el día de hoy no está claro que relación tuvo Stangl con el nacionalsocialismo antes de 1938.

Como balance se evidencia que antes del ascenso al poder de los nacionalsocialistas la relación de Stangl con ellos es totalmente opuesta a la de Höss y en algo similar a la de Stroop. Además si por un lado Stangl los combatía y perseguía, por otra parte se jactaba de ser indiferente a la política de su país. De forma opuesta Höss adhirió al partido desde sus primeros años, Stroop lo hizo en los momentos finales de su espiral ascendente y Stangl luego de la anexión de su país por Alemania en 1938.

Fuera de la cárcel Höss trata de reintegrarse a la vida civil: se casa y junto a su esposa se instalan en una comunidad agrícola de Pomerania. Según escribe, en 1934 Heinrich Himmler lo convoca para formar parte de las SS como guardia del campo de concentración Dachau. Dirá en sus últimos días y frente a la inminencia de su ejecución que se arrepentía profundamente de aquella decisión. Sea, empero ante el ofrecimiento aceptó sin dudar buscando “un rápido ascenso, con todas las ventajas materiales que ello implicaba”, este anhelo de mejorar la posición y el status social era común también a Stangl y Stroop. Luego Höss afirmará “yo no tenía la menor idea de lo que aquello significaba; incluso era incapaz de imaginarlo” (Höss, 2009: 52), sobre esta inocencia y/o ignorancia cuesta mucho creerle. Más allá de su relato, los archivos de la SS fechan la solicitud de ingreso de Höss como candidato (Anwärter) el 20 de septiembre de 1933, siendo aceptado el 1 de abril de 1934. Luego de 13 meses ya era Sargento primero (Oberscharsführer) (Höss, 2009: 272 y 273). Sorprendentemente el relato de Stangl es muy parecido en ciertos puntos. Siendo policía, con una orden firmada por Himmler fue convocado desde Berlín en 1940 para participar del programa de eutanasia tristemente conocido como Aktion T4. Él tampoco sospechaba ni conocía nada, pero también tenía una sólida voluntad de ascenso social. Cómo se dijo, Stroop realizó el camino inverso afiliándose primero a las SS el 1 de julio de 1932 y dos meses más tarde, en el NSDAP (Moczarski, 2008: 74).

En un estado como el nazi, la lealtad y fidelidad a las estructuras y al líder pesan más que cualquier formación o preparación. En este sentido, aunque carecían de educación superior o formación militar profesional Stroop, Stangl y Höss dentro de las SS tuvieron notables carreras. Por ejemplo Höss permaneció en Dachau hasta 1938, pasó a ocupar un cargo jerárquico en Sachsenhausen hasta 1940, a partir de cuando llegó a ser comandante de Auschwitz. Su carrera continuó, y desde 1943 a 1945 fue parte del Cuerpo de inspectores de campos de concentración. Algo similar le sucedió a Stroop, quien en pocos años y saltándose rangos por decreto llegó a ser teniente general. Franz Stangl comenzó en su carrera hacia 1940 dentro de la organización dentro del programa de eutanasia, con un puesto en el palacio de Hartheim en su Austria natal. Según las entrevistas de Sereny, la función de Stangl consistía en elaborar los certificados de defunción y comunicarse con las familias las víctimas de manera de evitar cualquier sospecha (Sereny, 2009: 81). Desde ya que su discurso de posguerra reproduce el cruel argumento nacionalsocialista sobre aquellas “bocas que alimentar” y “vidas indignas de ser vividas”. Clausurada la Aktion T4, en febrero de 1942 Stangl tuvo la posibilidad de elegir entre volver a la policía de Linz o un destino en Europa del Este. Según cuenta, por hostilidad hacia su antiguo jefe de policía austríaco se decide por la convocatoria de Odillo Globcnik en Lublin. Nuevamente, afirma desconocer los motivos de esta citación. La verdad es que se estaban dando los primeros pasos del plan de exterminio de los judíos polacos, la llamada Aktion Reinhard, y él sería uno de sus protagonistas.

En cuanto a la participación de estos hombres en la destrucción de los judíos europeos los casos son disímiles. En primer lugar durante la primavera de 1942 Stangl fue responsable por la construcción del campo de exterminio Sobibor, tiempo después será designado nuevo comandante del mismo. Según él mismo narra, no tenía ninguna voluntad para ocupar este cargo pero no tuvo la firmeza para manifestar su negativa. Esta falta de voluntad de Stangl fue muy bien disimulada: en solo dos meses en este campo se ejecutaron a 100.000 personas. Asimismo como responsable de Treblinka Himmler le otorgó una distinción como Mejor comandante de campo en Polonia.

Asimismo Höss fue la máxima autoridad del campo de concentración y exterminio de Auschwitz desde sus orígenes en 1940 hasta noviembre de 1943, él tuvo bajo su poder a numerosas y variadas víctimas: gitanos, polacos, miembros de organizaciones de resistencia de los países ocupados, prisioneros de guerra (en particular, soviéticos) y judíos de todas las edades y todos los países. Según su ex comandante, Auschwitz fue “el mayor matadero de la historia” (Höss, 2009: 212). Este comprendía un complejo de campos de concentración y exterminio que cuando estuvo funcionando plenamente incluía Auschwitz I (Auschwitz), Auschwitz II (Birkenau) y Auschwitz III (Monowitz). Todo el proceso de destrucción se asimilaba en mucho a una industria moderna, a una rápida cadena de montaje donde en poco tiempo una misma víctima descendía del tren, era asesinada, su cadáver incinerado y sus ropas y pertenencias se clasificaban dentro del botín de la SS. Al igual que en los otros dos personajes, esta eficacia no generaba en Höss pudor sino orgullo y vanidad.

Finalmente Stroop estuvo abocado durante abril y mayo año 1943 a la liquidación violenta del enorme gueto de Varsovia, la Grossaktionen el léxico nazi, misión que cumplió exitosamente a pesar de la dura resistencia de sus habitantes. Cabe destacar que, al igual que Stangl, su eficacia también fue reconocida por sus superiores de la SS.

“El día que concedieron a Stroop la Cruz de Hierro de I Clase por sus 'méritos de guerra' en Varsovia, se abrió ante él un camino de éxitos, reconocimientos, beneficios materiales y fama; fama en su círculo, el de los mandamases de Himmler, y entre sus subordinados, que también soñaban con ascensos y posesiones nobiliarias en Ucrania.” (Moczarski, 2008: 298)

Por otra parte, aunque estamos ante convencidos antisemitas, Stangl y Höss afirman que no sentían odio hacia los judíos, solamente los consideraban enemigos del pueblo alemán y los trataban como a cualquier otro grupo de presos (Höss, 2009: 124). De hecho, para Stangl toda la Solución Final se hizo con el único objetivo robarles el dinero a sus víctimas (Sereny, 2009: 341) En este punto Stroop destaca y no duda en demostrar su desprecio hacia los judíos, llamándolos infrahombres y desechos humanos, al mismo tiempo se satisface con la destrucción del gueto de varsoviano (Moczarski, 2008: 226, 252, 260, 289). Probablemente la diferencia se explique porque Höss y Stangl estaban hablando para la posteridad mientras que Stroop pensaba que simplemente conversaba con sus compañeros de presidio.

Los tres casos analizados muestran que por más que tuvieron cargos considerables dentro del régimen, nunca se integraron fuertemente a la sociedad civil ni mucho menos adhirieron al paradigma del estado de derecho. Muchos años consagrados a una causa intolerante y destructiva que les brindaba una satisfacción terminando con la vida de desconocidos sin sentir la menor culpa recuerda a los desórdenes emocionales y la personalidad autoritaria que describe Saul Friedländer retomando un viejo concepto de Theodor Adorno.10

Con respecto al antisemitismo nacional socialista, su importancia difícilmente pueda exagerarse. Aquí también estas tres personas son representativas. Hasta el final de sus días fueron nazis y antisemitas extremos, dice Höss:

“Como en el pasado, me mantengo fiel a la doctrina del partido nacional socialista (...) ahora comprendo que el exterminio de los judíos fue un error, un error total. De nada sirvió a la causa antisemita, al contrario, permitió a la judería acercarse a su objetivo final” (Höss, 2009: 173 y 175).

Es decir, para Höss el judeicidio no era un medio ni una estrategia, era un objetivo y un fin en sí mismo. El comandante de Auschwitz al igual que Hitler y miles de alemanes más, estaba empapado de aquellos oscuros mitos sobre el complot judío, el bolchevismo judío, la maligna raza judía, etc. Para los nazis el judaísmo es el mayor enemigo y solo hay una solución: la desaparición y eliminación física.

Asimismo y como se indicó más arriba en los tres relatos se destaca una oscura satisfacción y un oscuro orgullo por el deber cumplido, es decir: por asesinar en masa a inocentes superando todas las dificultades. Ellos se jactan sin culpa de haber llevado a cabo su tarea de manera puntillosa y diligente a pesar de todas las dificultades, como profesionales impregnados de “altruismo” en el lenguaje de Arendt. Por ejemplo Höss sintió tranquilidad cuando las cámaras de gas y el Cyclon B (insecticida a base de cianuro) se descubrieron eficaces para matar prisioneros, evitando los desagradables baños de sangre. Stangl narra que todos los días se levanta al amanecer para supervisar todas las tareas del campo. El mismo macabro orgullo destila Stroop cuando describe las crueldades y matanzas de la Grossaktion, los fusilamientos y hasta la voladura de la sinagoga de Varsovia. Ahora bien; este hombre que alardeaba de haber ejecutado prisioneros de guerra norteamericanos, será quien denuncie malos tratos y crímenes de guerra (Moczarski, 2008: 278, 279 y 437 respectivamente).

Al respecto de la satisfacción por el deber cumplido no se puede pasar por alto el peso de las obligaciones formales y también sociales dentro de la estructura nacionalsocialista. Es cierto que estos tres hombres al ocupar sus respectivos cargos tenían la orden de destruir físicamente a sus víctimas. Asimismo -como se dijo- las SS germanas eran una institución total y vertical dónde las obligaciones eran claras. Al igual que en las fuerzas armadas existían obligaciones sociales (concientes e inconcientes) dentro del grupo. Reiteradas veces Höss sostiene que contra sus deseos, para él era obligatorio asistir a los gaseamientos de prisioneros. Permistámosle un voto de confianza. Tal vez no se trate de una burda mentira sino de la explicación de una relación social en la cual existía un estándar de comportamiento; cediendo autonomía conservaba su rol de líder de grupo, es decir además de cumplir la obligación formal el sujeto ganaba reconocimiento y respeto social.

Pero no todo fue cumplir órdenes: un tribunal de las SS estuvo investigando a Höss por el delito sexual de embarazar a su amante, una prisionera no judía de nombre Eleonore Hodys, que realizaba tareas domésticas en su hogar. Sin embargo, el asunto nunca fue aclarado, asimismo el autor de Yo, comandante de Auschwitz no escribe nada el respecto, cabal ejemplo de la autoindulgencia de su texto (Hilberg, 1995: 1005).

Al respecto de su identidad y autopercepción resulta llamativo que en los tres casos analizados existe una fuerte operación discursiva: los tres se consideran “buenas personas” y se enorgullecen de, parafraseando al Reichsführer SS Heinrich Himmler, no haber perdido la decencia. En otras palabras, siguiendo estrictamente la ética nacionalsocialista ellos no habrían obtenido beneficios personales de sus acciones y solo habían actuado siguiendo un objetivo superior. Los tres casos analizados muestran especial preocupación por no ser vistos como malas personas y recurrentemente alegan que a pesar de las duras órdenes a ejecutar no se habían corrompido moralmente. El universo moral de las SS permitía conjugar sin problemas asesinatos y moralidad.

Empero, testimonios de prisioneros polacos en el servicio doméstico de los SS Auschwitz dan cuenta de lo contrario. Más allá de afirmar que la familia Höss vivía muy cómodamente en Auschwitz, el prisionero asignado para su servicio doméstico Stanisław Dubiel (Setkiewicz: 2014, 117 y ss.) da cuenta extensamente de la red de corrupción articulada por el matrimonio. Estos además de apropiarse del botín de las víctimas, también articularon una red para enviar grandes cantidades de alimentos hacia Alemania. Es decir, en este punto la fuente está muy lejos de la realidad.

Durante su juicio en Polonia Höss tuvo un abogado defensor de oficio. Cuando pudo hablar dijo: “Solo yo soy responsable de lo que ocurrió en Auschwitz. Mis subordinados no tienen nada que ver” (Del Pozo, 1978; 271). En el proceso judicial, Höss acepta la total responsabilidad de los hechos como también la sentencia; después de todo fueron órdenes de una institución y debían ser obedecidas.

Asimismo Stangl fue condenado a cadena perpetua por un tribunal germano occidental a fines de la década del '60. Él reconoció sus cargos pero a diferencia de Höss presentó una apelación; finalmente en el año 1971 falleció esperando el dictamen. Por otro lado Stroop enfrentó dos procesos judiciales, uno ante una corte estadounidense por el asesinato de prisioneros de guerra y uno ante un tribunal polaco por la liquidación del gueto de Varsovia. En ambos procesos tuvo actitudes opuestas. En el primer juicio mintió al negar enfáticamente su responsabilidad y alegando la actuación espontánea de sus subordinados; pero en el proceso por la Grossaktion, es decir en el proceso referido a la cuestión judía, Stroop no negó los hechos pero trató de quitarse responsabilidad y autoexculparse sosteniendo que obedecía órdenes. Ante una pregunta del tribunal sobre el motivo de su traslado a Varsovia en abril de 1943, Stroop respondió “No reflexioné sobre ello. Simplemente recibí una orden” (Moczarski, 2008: 458). Esta respuesta es similar a los argumentos de Stangl y Höss.

Evidentemente los perpetradores podían mentir descaradamente: Stroop defiende el republicanismo y Höss sostiene que no era cruel. La diferencia la tiene Stangl, quien inducido por Sereny manifiesta sentir algún grado de culpa en el final de sus días.

Por otro lado en los textos de Stangl y Höss se percibe un tono melancólico y resignado. Por ejemplo, el comandante de Auschwitz escribe:

“Yo era una inconsciente ruedecilla en la inmensa máquina del Tercer Reich. La máquina se rompió, el motor desapareció y yo debería hacer otro tanto. El mundo así lo pide. (…) Respecto a que el gran público continúe considerándome una bestia feroz, un sádico cruel, el asesino de millones de seres humanos: las masas no podrán tener otra imagen del ex comandante de Auschwitz. Nunca comprenderán que yo también tenía corazón” (Höss, 2009: 178 y 179).

Distinto de ellos, Stroop sostiene que luego de reflexionar sobre su pasado estaba orgulloso y satisfecho. Inclusive explica que tenía ambiciones de historiador, deseaba escribir y publicar sus acciones después de la guerra (Moczarski, 2008: 291). Nótese hasta donde llegaba la perversión y ausencia de culpabilidad de estos sujetos.

Por otro lado retomando un concepto de Gustavo Cosacov, se encuentra en los tres personajes una especie de “santidad invertida y maligna” que responde al rechazo y la inversión nazi de los valores morales tradicionales universalmente aceptados, empezando por el rechazo a la piedad y la solidaridad (Cosacov, 2009: 151). El mismo Höss narra cómo logró vencer dentro de sí mismo los últimos vestigios de misericordia y compasión que le despertaban las infernales situaciones cotidianas del Auschwitz. Además Stangl describe a las víctimas de Treblinka sencillamente como no humanos, un “cargamento” (Sereny, 2009: 293). En términos de Höss, él apenas sentía una mezcla de compasión e indiferencia (Deselaers, 2013: 180).11 Sus impulsos de humanidad ya no existían, se habían fundido totalmente en los valores del nazismo. En el caso de Stroop no encontramos citas o frases que aludan a estas emociones, si acaso las tenía, decidió no manifestarlas. En pocas palabras, las víctimas no tienen una importancia específica para los perpetradores, simplemente carecen de atributos propios.

No podemos dudar de la total identidad nacionalsocialista de Höss, Stangl y Stroop. Ahora bien, al menos durante los años entre 1933-1945 (sin duda previamente en el caso Höss) estas personas habitan un contexto de violencia: ejercida, observada, experimentada. Conocer si fue más importante la cosmovisión partidaria o la simple cotidianeidad a los hora de ejercer violencia es difícil de afirmar, pero siguiendo la tesis de Jan Pjilipp Reemtsma digamos que la violencia de estos tres comandantes SS no era instrumental en el sentido de un medio para lograr un fin (suprimir al enemigo en el campo de batalla) sino autotélica, unilateral y autosuficiente en el sentido de que esta era un objetivo en si misma. Al igual que la destrucción de los judíos europeos era un medio y también un fin del paradigma hitleriano, la violencia ejercida por la institución SS era de la misma naturaleza. Desde el paradigma del estado de derecho moderno esta violencia se presente como “arbitraria” y “sin sentido” y a menudo es merecedora de adjetivos calificativos y juicios de valor moralizantes pero acientíficos. En otras palabras, prima facie la violencia nazi aparece como una extraña e incomprensible anticivilización.

En cuanto a sus vidas personales, aunque los tres tuvieron esposas e hijos, Höss mostraría la personalidad más patológica y desordenada: incapacidad para relacionarse afectivamente con otras personas, frialdad emocional, dificultad fuerte para socializar, escaso interés en el sexo opuesto y las relaciones amorosas, hábitos solitarios. En los juicios de Núremberg, declaró ante el psiquiatra Gustav Gilbert: “Nunca tuve relaciones de intimidad con nadie. Nunca tuve amigos. (…) Naturalmente, quería a mi mujer, pero no existía una unión espiritual entre nosotros” (Del Pozo, 1978: 285).

Conclusiones

Luego de leer las obras de Höss, Stangl y Stroop se pueden obtener conclusiones más allá de lo biográfico. Los tres perfiles coinciden con lo que sostiene la historiografía para la mayoría de los activistas nazis: de origen pequeño burgués y con padres autoritarios los tres estuvieron expuestos a una violencia, como mínimo, simbólica. Vivieron sus años de juventud en sociedades en transición y crisis, dónde la política era en general, violenta. Del mismo modo ninguno de ellos destacaron por su sociabilidad, su integración al medio, su talento o su formación profesional. En este sentido, si bien Stangl y Stroop durante los años ’20 tuvieron una vida más ordenada, al igual que Höss se trató de personas especialmente susceptibles a los valores de lealtad, obediencia, subordinación y disciplina.

De la misma forma Höss, Stangl y Stroop fueron incondicionales, fanáticos, personas totalmente entregadas y comprometidas con y para el régimen de Adolf Hitler. No podemos dudar de su ideología política como tampoco podemos dudar de hasta dónde el nacionalsocialismo había cambiado el paradigma moral de su sociedad: según el canon oficial vigente entre 1933-1945 suprimir a los no miembros de la comunidad es algo positivo.

Ahora bien, llama la atención la ausencia del concepto “comunidad del pueblo” en sus discursos, pilar de la ideología y el programa nacionalsocialista. Tal vez la ideología nazi no sea la única variable explicativa para la conducta de los comandantes de las SS. En primer lugar deben rescatarse el peso de los valores militares, de más larga data que los hitlerianos, como disciplina, subordinación, orden y cumplimiento del deber. Tales valores se presentan constantemente en nuestras fuentes y constituyen una parte sustancial de sus marcos de referencia. También vale la pena detenerse sobre la praxis de la violencia. Más arriba se dijo de que esta era autotélica: ejercerla constituía un objetivo en sí misma. Constantemente los tres dan cuenta que frente a su “trabajo” (llevar a cabo un genocidio) todo lo demás era secundario y postergable: sus familias, sus hogares, ellos mismos. Leyendo Yo, comandante de Auschwitz se encuentran numerosas páginas dedicadas a los campos de concentración, la SS y Auschwitz, los temas centrales en su economía de atención, pero muy pocas a su vida íntima y familiar: La violencia constituye un horizonte de sentido permanentemente anclada en su marco de referencia. Höss ni siquiera informa cuando fue su casamiento ni cuántos hijos tuvo o cuándo nacieron. Hasta se decepciona de su superior Himmler cuando de forma muy poco épica pero realista le ordena que rompa filas y se oculte donde pueda en mayo de 1945. Los procesos sociales incluyen plenitud de posibilidades y las decisiones personales son voluntarias, entonces es muy probable que estemos ante personas con una marcada predisposición a la violencia, sea ejercida, experimentada o tolerada. Además Höss durante los últimos días de la guerra, ejecuta él mismo y en el acto a un sargento mayor de la Luftwaffe por haber asesinado a un prisionero. Una insubordinación que tranquilamente lo habría llevado ante una corte marcial, pero también un acto de pura espontaneidad asesina. Höss quien se describe a sí mismo como una máquina de cumplir órdenes, esta vez muestra que el impulso violento puede más que las reglas. Del mismo Stroop también ofrece extensos pasajes dónde se manifiesta un goce alrededor de la violencia y lo violento. En estos pasajes no vemos un protagonismo de la ideología ni un comportamiento fundamentado en un objetivo superior.

Por otra parte durante la posguerra los tres perpetradores se consideraron responsables solo en términos judiciales pues no sintieron culpa moral alguna, por el contrario: estaban tranquilos por haber cumplido su misión Asimismo, nunca renegaron de su antisemitismo; por el contrario: Stroop y Höss acusaron a sus jueces y fiscales de ser judíos. Esta similitud discursiva se explicaría por una mezcla de orgullo antisemita con una estrategia defensiva propia de miembros de instituciones jerárquicas y verticales.

Vale la pena recordar que estos tres hombres construyeron su identidad y su criminalidad con el paso del tiempo y de forma progresiva. En primer lugar la dureza y la violencia en los tiempos del káiser Guillermo tenía una posición destaca en la crianza infantil, la violencia era más cotidiana que en la actualidad. En segundo lugar el primer contacto de Rudolf Höss con la violencia y la muerte a gran escala no fue con las SS sino como soldado del ejército alemán en la Primera Guerra Mundial. A su vez su primer puesto dentro de las SS no fue como Comandante de Auschwitz sino como guardia en Dachau en 1934. Igualmente Stangl antes de ingresar a las SS era miembro de la policía de Linz, es decir: en los tres casos la exposición a esos marcos de referencia fue larga y extensa. Estos hombres son claros ejemplos de lo que se llama “dependencia del camino”. Una primera acción facilita y casi genera por inercia una segunda acción de mayor envergadura.

Cómo se dijo arriba los victimarios deliberadamente se mostraban como buena gente. Höss termina su obra diciendo que él también tenía corazón, sea. Empero lo tenía pero impregnado de la cosmovisión nazi, como también tenía una familia y un hogar. En las últimas páginas de su texto se angustia tanto del momento por el que está pasando su familia como por el futuro de ésta. Sorprendentemente, lamenta que él, su esposa y sus hijos no se hayan suicidado en mayo de 1945, cuando el Reich se derrumbó. Si llegó de desear la muerte de su propia familia estamos en presencia de un ser que no resguarda ni a sus propios hijos. De nuevo la violencia se hace presente en el universo mental de Höss, esta vez hacia su familia

Del mismo modo Stangl sufría sinceramente por la angustia que su caso generaba en su familia y estaba convencido que su relación con esta se había deteriorado gravemente.

Los tres reiteradamente afirman que no eran personas crueles y que no disfrutaban con sus víctimas; pero en el texto de Stroop reiteradamente se encuentran expresiones de disfruta y vanidad sobre sus acciones. En este sentido al leer los textos se descubre que no se trataba de dementes o alienados, la situación fue más compleja: eran hombres lúcidos pero con una fuerte tendencia a la agresión y el asesinato, personas que se sentían atraídos por el dolor y la violencia.

Finalmente, los tres perpetradores se encontraron con la muerte con serenidad y calma, manteniendo su lealtad ideológica. Como se dijo, solo Stangl mostró signos de algún grado de arrepentimiento. Primo Levi dijo que la subordinación, el sentido del deber y el apasionamiento ideológico, cuando no tienen límites, pueden transformar a las personas comunes en asesinos en serie. No tiene en cuenta que Höss, Stangl y Stroop no eran personas comunes ni mucho menos.

 

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Notas

1 Traducción propia.

2 Un extracto de esta declaración se puede consultar online: http://www.youtube.com/watch?v=ANEYUQ22VSE&feature=related. Visitado mayo 2015

3 En conclusión, la cantidad de bajas por la liquidación del gueto de Varsovia suma 71.000 personas. Ver Moczarski, 2008: 284) Stangl no hace referencia a los insurgentes de Varsovia.

4 Himmler, Heinrich: Discurso de Posen (Poznań), 4 de octubre de 1943.

5 Como bien lo explica Arendt “Estos ejemplos demuestran que para los nazis la duplicación de organismos era una cuestión de principio, y no sólo un medio para proporcionar puestos a los miembros del partido”. (Arendt, 1974: 599)

6 Deberíamos recordar que estos sistemas consideran a las masas no como seres humanos autónomos, que deciden racionalmente su propio destino y a quienes hay que dirigirse, por tanto, como sujetos racionales, sino como simples objetos de medidas administrativas, a quienes hay que enseñar, por encima de todo, a ser humildes y obedecer órdenes (Adorno, 2005: 11).

7 También llamada “Conjura Röhm” o “Röhm Putsch”, fue una purga política dentro de las filas del partido nazi, consistió en el asesinato varios dirigentes de las SA (Sturmabteilung), grupo paramilitar del partido famoso por sus ambiciones políticas y sus métodos violentos.

8 Konrad Stroop solo tenía el grado de sargento mayor y su tropa se reducía a cinco personas.

9 En el interior de la familia, en efecto, el padre adopta la misma actitud que su superior jerárquico ostenta frente a él en el proceso de producción. Y se apresura a transmitir a sus hijos, y especialmente a los varones, su estado de sujeción con respecto a la autoridad establecida. De este conjunto de datos deriva la actitud pasiva, servil, del pequeñoburgués con respecto a todas las personas que tengan apariencia de jefes. (Reich; 1973: 75)

10 La necesidad de someterse a una autoridad superior, como también la de dominar a persona consideradas como débiles o inferiores. La personalidad autoritaria es, en general, muy sensible a las relaciones de fuerza, tiende a comportarse en forma convencional, a recurrir a estereotipos en su visión del mundo exterior y a dar pruebas de rigidez considerable en sus relaciones con él (Friedländer, 2004: 86).

11 Traducción propia.

 

Recibido: 01/10/2015
Aceptado: 10/03/2016
Publicado: 08/04/2016

 

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