Trabajos y Comunicaciones, 2da. Época, Nº 43, e009, marzo 2016. ISSN 2346-8971
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Historia

 

DOSSIER

 

Recorriendo las Tolderías de Valentín Sayhueque: Reminiscencias de Francisco Moreno 1870-1880

 

Sofía Stefanelli

Universidad Nacional del Comahue – Centro de Estudios de Historia Regional – Investigaciones Socio Históricas Regionales – CONICET
Argentina
liasofiastefanelli@gmail.com

 

Cita sugerida: Stefanelli, S. (2016). Recorriendo las Tolderías de Valentín Sayhueque: Reminiscencias de Francisco Moreno 1870-1880. Trabajos y comunicaciones, (43), e009. Recuperado de http://www.trabajosycomunicaciones.fahce.unlp.edu.ar/article/view/TyC2016n43a09

 

Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo mostrar y analizar las relaciones fronterizas entre indígenas, cronistas, viajeros y agentes del gobierno de Buenos Aires en el período de 1870 a 1880. Se prestará especial atención a las vinculaciones entre estos “mundos” a partir de los viajes que realizó Moreno a los toldos del cacique Valentín Sayhueque y su comunidad en las regiones aledañas al Lago Nahuel Huapi. No se descarta la influencia de otros cronistas de época (Cox y Musters) como tampoco la impronta de personajes centrales en el contexto (Zeballos y Roca). Los viajeros que recorrieron la Patagonia dejaron testimonios claves para comprender el proceso que se dio entre las sociedades indígenas y el Estado nacional argentino a fines del siglo XIX. Su análisis a través de una mirada crítica da la pauta de cómo las sociedades nativas fueron observadas y estudiadas desde el gobierno de Buenos Aires y países extranjeros. La actual Patagonia fue un punto de atracción (y lo sigue siendo), para muchos individuos que no conocen el lugar. Su naturaleza, paisaje, vegetación eran únicos y muy atractivos. Sus tierras eran habitadas por sujetos que no tenían las mismas formas de vida que el resto de las regiones del momento. Habían desarrollado costumbres, formas de comunicación, comercio e intercambio, relaciones sociales, festividades. Cronistas como Francisco Moreno son nodales para adentrarnos al mundo nativo desde otro ángulo, ya que nos muestra las relaciones en el espacio de frontera y los propósitos del gobierno de Buenos Aires en el momento de las campañas militares. Desde el punto de vista metodológico se ha recurrido a la Etnohistoria para abordar nuestro problema desde una óptica diferente y alimentando la investigación en curso.

Palabras clave: Frontera; Interétnico; Crónicas; Estado Nacional

 

Touring the Valentíns Sayhueque´s tolderias: Reminiscences of Francisco Moreno 1870-1880

 

Abstract
This paper aims to show and analyze border relations between indigenous chroniclers , travelers and agents of the government of Buenos Aires in the period from 1870 to 1880. Special attention to the links between these "worlds" it will be paid from travel Moreno realized that the cacique Valentin Sayhueque awnings and communities in the surrounding regions of Lake Nahuel Huapi. The influence of other chroniclers of time (Cox and Musters ) nor the imprint of central characters in the context ( Zeballos and Roca) is not ruled out. Travelers who toured Patagonia left key testimony to understand the process that occurred between indigenous societies and the Argentine national state in the late nineteenth century. Their analysis through a critical look sets the tone of how native societies were observed and studied from the government of Buenos Aires and foreign countries. The current Patagonia was an attraction (and still is), for many individuals who do not know the place. Nature, landscape, vegetation were unique and very attractive. Their lands were inhabited by subjects who did not have the same life forms than other regions of the moment. They had developed customs, forms of communication, trade and commerce, social relations, festivities. Writers like Francisco Moreno are nodal to delve into the native world from another angle, as it shows the relationship in space frontier and purposes of the government of Buenos Aires at the time of military campaigns. A methodological level has resorted to Etnohistory to address our problem from a different perspective and fueling ongoing investigation

Keywords: Border; Interethnic; Chronicles; National State.

 

 

“La campaña era más fácil de realizar que de hacer comprender su trascendencia. Los
indios eran mucho menos que los sugeridos por la repetición de sus avances en lugares
muy distantes entre sí, para los que no faltaron cómplices “civilizados” en los sucios
negocios y manejos fronterizos y es lógico pensar que no hubieran podido oponer fuerte
resistencia” (Moreno, 2009: 116)

 

Los viajeros que recorrieron la Patagonia dejaron testimonios claves para comprender el proceso que se dio entre las sociedades indígenas y el Estado nacional argentino a fines del siglo XIX. Su análisis a través de una mirada crítica da la pauta de cómo las sociedades nativas fueron observadas y estudiadas desde el gobierno de Buenos Aires y países extranjeros. La actual Patagonia fue un punto de atracción (y lo sigue siendo), para muchos individuos que no conocen el lugar. Su naturaleza, paisaje, vegetación eran únicos y muy atractivos. Sus tierras eran habitadas por sujetos que no tenían las mismas formas de vida que el resto de las regiones del momento. Habían desarrollado costumbres, formas de comunicación, comercio e intercambio, relaciones sociales, festividades. Cronistas como Francisco Moreno son nodales para adentrarnos al mundo nativo desde otro ángulo, ya que nos muestra las relaciones en el espacio de frontera y los propósitos del gobierno de Buenos Aires en el momento de las campañas militares.

En este periodo las tierras eran habitadas por sociedades nativas que tenían grupos étnicos distinguidos, organizadas a través de jefaturas y que se vinculaban ampliamente con regiones al otro lado de la cordillera. Sus relaciones también fueron captadas y plasmadas por diversos cronistas que se mencionan a continuación. Ejemplo clave para entender nuestros propósitos y relaciones en el espacio de frontera.

Por lo tanto, el objetivo de este artículo es introducir al lector al Mundo de las manzanas y el liderazgo de Valentín Sayhueque, algunos años antes del avance militar definitivo dirigido por el Coronel Conrado Villegas. Década previa que es crucial para comprender no tan solo la avanzada militar sino también el desenlace y el accionar de este cacique frente al Estado nacional. No descartamos lo escrito sobre el tema (Vezub, 2006, 2009; Silva, 2007) empero estamos dispuestos a dar un paso más en vistas a una mirada etnohistórica que refleje un estudio interdisciplinario y de análisis de crónicas de época. La pregunta clave es lograr explicar ¿porqué Francisco Moreno fue un sujeto clave para la conquista militar y para la consolidación del Estado nacional argentino a fines del siglo XIX? ¿Qué registros, objetivos y miradas obtuvo luego de la visita al prestigioso líder manzanero? ¿Cómo fue posible que lograra salir ileso de la comunidad, luego de su captura y de su insistencia para conocer pasos cordilleranos? ¿Cuál es el verdadero rol que jugaron las sociedades huiliches y el grupo étnico manzanero en el proceso de consolidación estatal?

Estas preguntas y otras más serán contestadas en las páginas siguientes con el deseo de poder satisfacer al lector y reflejar un panorama extremadamente complejo que incluye a la sociedad nativa como participe activa de los procesos nacionales, en la cual negocia, resiste, adquiere la escritura y hasta huye para resguardar su autonomía.

Sayhueque y La comunidad de las manzanas

Si tenemos que hacer mención del cacique Sayhueque es importante comenzar por contar brevemente un poco de su historia familiar. Este líder era hijo de madre tehuelche y padre araucano: Chocorí. Él fue el que inicio los lazos de la región del País de las Manzanas (cercanía del lago Nahuel Huapí) con el gobierno Nacional, ya en 1832, época en la que se encontraba Rosas gobernando en Buenos Aires y que unos meses después, emprendería lo que denomino “la Conquista al Desierto”. Claramente que estos territorios del actual sur de la provincia de Neuquén no estaban despoblados sino que eran habitados por comunidades nativas que tenían otra forma de vida, actividades y concepciones culturales. En este marco es que nace Sayhueque, alrededor de 1804, transitando una compleja red de relaciones entre el gobierno nacional y las sociedades indígenas.

Estas sociedades indígenas de Pampa y Patagonia fueron participes de un sistema de relaciones políticas, económicas y sociales que derivaron en circuitos comerciales integrados a los centros de poder blanco actuales de Argentina y Chile y su propio territorio. Así asumieron un rol preponderante y central, interviniendo activamente con planteo de estrategias que se entrelazaban a su propia identidad y necesidades, en el marco de un proceso que se transformaba permanentemente en sus estructuras internas. Esto conllevó a la emergencia de figuras que concentraron prestigio y poder al interior del mundo indígena como Valentín Sayhueque, José María Bulnes Yanquetruz y Manuel Calfulcurá.

El Caleufú: región del País de las Manzanas

La comunidad de las Manzanas se encontraba en una región denominada Caleufú, al sur de Neuquén, considerando los ríos Collón Curá y Limay hacia el este, la cordillera de los Andes al oeste, el río Malleo por el norte y el Lago Nahuel Huapi al sur. Los territorios eran muy ricos y aptos para la invernada y veranada, se desarrollaban diversidad de actividades comerciales con base en la cría de ganado, impulsadas por los caciques pertinentes según las regiones. Todo el territorio era habitado por las comunidades que no solo lideraba Sayhueque sino también caciques como Inacayal y Foyel. Este espacio geográfico sería el escenario clave en el cual se desarrollaría la avanzada de las campañas militares a partir de 1879 por el gobierno Nacional. El objetivo de estas era eliminar cualquier resabio de “barbarie” para dar comienzo a la “civilización”. Integrar los territorios de la Patagonia a la producción económica nacional y mundial que se había puesto en marcha, acorde con el impulso y apoyo del grupo terrateniente.

Sayhueque como cacique “amigo”

Hasta entrado los años de 1879 podemos decir que la jefatura de Sayhueque se caracterizó por las buenas relaciones con el gobierno Nacional. Fue reconocido como autoridad por Buenos Aires y fue como un amigo y compadre para Francisco Pascasio Moreno. Las vinculaciones con el gobierno se establecían en función de la actividad que desempeñaban los manzaneros, eran ganaderos y cultivaban sus fértiles tierras, mediando siempre para no recurrir a realizar malones. Solamente se hacían efectivos estos últimos, si no se cumplían con lo firmado en los Parlamentos y establecido en Carmen de Patagones, en ciertos casos que se pueden especificar.

En este sentido, el cacique manzanero recibió varias visitas en sus toldos y territorios. Algunas para destacar fueron en 1870 por el marino y explorador inglés George Musters que estuvo varios días con su comitiva tehuelche y fue muy agasajado. “El gran Choeque (como así lo describe Musters en su crónica) era un hombre de aspecto inteligente, como de treinta y cinco años de edad, bien vestido con poncho de tela azul, sombrero y botas de cuero” (Musters, 2007: 57). En 1872 visitó a Sayhueque, Mariano Bejarano enviado por el gobierno a "tomar todos los datos posibles sobre el número de indios que haya en esa parte y trayecto que siguiere, calidad de los campos, clase y situación de las aguadas, etc., y todo cuanto pudiere interesar al conocimiento de esas regiones" (Bejarano, 2005: 89). Bejarano fue testigo del rechazo por Sayhueque del ofrecimiento de dos banderas que le traía un emisario del ejército chileno: "el Cacique las devolvió, diciendo que él era argentino".

Una de las últimas visitas que recibió y de las más significativas y emblemáticas fue la de Francisco P. Moreno, a quien lo tuvo secuestrado, debido a la insistencia de este de pasar a Chile, entre otros aspectos. De su primer viaje y entrevista en 1875 anotaría después: “Shaihueque es un indio de raza pampa y araucana, bastante inteligente y digno de mandar en jefe las indiadas (...) es el jefe principal de la Patagonia y manda las siete naciones que viven en esos parajes” (Moreno, 2009: 127).

Política y contexto nacional de 1880

En el periodo 1880 a 1916 Argentina experimentó un crecimiento tal que la llevó desde una posición marginal a convertirse en una promesa destinada al desarrollo prestigioso en América del sur. Si bien lo ocurrido posteriormente terminó por desestimar tan favorables pronósticos, en los primeros días habían dudas y cuestiones pendientes que hacían entrar en jaque el porvenir de gloria que le esperaba al país. El gran desafío para el régimen oligárquico o bien el orden conservador fue integrar el territorio y construir una identidad nacional sobre la base de un gobierno ordenado y estable. La nación debía construirse como un todo social y culturalmente homogéneo, lo que implicó la incorporación de diferentes regiones, sectores y clases sociales al crecimiento económico argentino que no era para nada estable e indefinido. En el pensamiento de la época “la barbarie” tenía que ser desterrada para dar comienzo a la “Civilización y El Progreso”. Por lo tanto, todo resabio de elementos que no pudiesen adaptarse a las nuevas políticas de modernización quedaban descartadas o tenían que ser barridas. Entre estos tenemos las sociedades indígenas.

A partir de 1879 hasta 1885 se concretó lo que erróneamente se suele denominar como “Conquista del Desierto” para concluir con “la cuestión indígena” y dar comienzo al crecimiento y construcción de una nacionalidad argentina, que discutía intelectualmente si había que incluir en este proceso a las sociedades nativas, su naturaleza y estatuto legal. Estas postulaciones estuvieron en concordancia con la matriz de la época de intelectuales decimonónicos que planteaba la oposición entre “civilización” y “barbarie”. Las sociedades humanas atravesaban por diversas instancias o fases de evolución, en el cual la barbarie estaría dada por el estadio primigenio y la civilización la cúspide del desarrollo humano, aquí las sociedades indígenas encarnarían la barbarie que era indispensable combatir para alcanzar la civilización a estilo Europa moderna y América del Norte.

En este caso Sayhueque pasaría de ser un cacique considerado “amigo” por el gobierno Nacional a ser un cacique que había que someter como a todos los demás de su comunidad. Las campañas militares tuvieron este objetivo, esencialmente. Sumado a la incorporación sucesiva de tierras para el desarrollo y avance del modelo agroexportador.

Campañas militares sobre territorios patagónicos

Los choques de intereses eran cada vez más visibles a partir de 1875, por ende se planificaron desde el Estado estrategias para someter al indígena. Las campañas militares tenían el propósito de liberar los territorios de los sectores originarios e incorporarlos a la soberanía del Estado nacional, afianzando el dominio sobre una frontera ampliada. Se efectuaron tres campañas hacia los territorios de la comunidad de las manzanas para lograr el anexo de los sectores al sur de Neuquén. La primera fue la encabezada por Villegas conocida como la “expedición al Lago Nahuel Huapí” en 1881, la segunda comandada por el mismo general pero denominada “expedición a los Andes en 1882 al 1883 y la tercera conducida por Lino Roa en 1883 al 1884, centrada en el barrido final de pueblos indígenas que podían quedar.

Hubo una clara organización de los objetivos a concretar, pero algunas cuestiones quedaron libradas al azar o bien a decisiones circunstanciales que asumieron las tropas una vez que comenzaron su avanzada, dependiendo de los factores que se manifestarán con los nativos. La comunicación fue fluida, básicamente el “centro de operaciones” se hallaba en el fortín 1° división, situado en la confluencia de los ríos Neuquén y Limay. Allí se producían variedad de telegramas entre los integrantes del ejército, Buenos Aires y el Caleufú, como instancia de “aviso” de la avanzada militar. Desde luego, que habían otro tipo de comunicaciones y hacía otros destinos.

Como bien se menciono líneas anteriores en 1881 se realizó la campaña al Nahuel Huapí a cargo de Villegas, la cual se estructuró en función de tres brigadas que partieron en diferentes direcciones pero que tenían como punto en común el Nahuel Huapí. El objetivo era que los nativos no tuvieran escapatoria y que se explorara más afondo los territorios atravesados. De esta manera, los caciques considerados “rebeldes” como Sayhueque, Reuque Curá, Inacayal, entre otros, serían capturados para asentar los patrones de civilización en la frontera indígena y efectivizar su control. Todo este proceso tuvo una mayor complejidad debido a que del otro lado de la cordillera el ejército chileno también estaba avanzando sobre la Araucanía, planteando una movilidad indígena a través de la cordillera. Ejemplo de esta avanzada puede observarse en los escritos y testimonios de Saavedra (AHC, Chile, Cartas de Saaavedra, folio 17, 1868).

Antecedentes y Viajeros recorriendo la Patagonia

Uno de los primeros viajeros en llegar a los territorios del Nahuel Huapi fue Guillermo Cox (2006) alrededor de los años 1860. Su gran insistencia por alcanzar el lago Nahuel Huapi fue característico de su obra, ya que lo cautivó de forma increíble las leyendas de belleza inconmensurable, riquezas y hasta aspectos sobrenaturales de dicha región. También lo motivaba su interés por seguir su empresa expansionista hacia Chile, cruzando la cordillera. Este viajero fue hijo de un marino y médico inglés y una chilena con ascendencia española, lo cual nos marca su impronta en la escritura, ya que deja manifiesto la articulación de esos dos espacios. Guillermo Cox fue un antecedente importante para los escritos de otro viajero pero en este caso inglés: George Musters. En su pluma se observa aspectos y lineamientos que se toman de Cox, como puntos de guía y continuación.

Musters decide hacer una serie de exploraciones por Patagonia, partiendo del estrecho de Magallanes hasta la zona del Caleufú a partir de las década de 1860. En 1870 llega a los toldos de Sayhueque, quedándose varios días con su comitiva tehuelche y siendo muy agasajado. “El gran Choeque (como así lo describe Musters en su crónica) era un hombre de aspecto inteligente, como de treinta y cinco años de edad, bien vestido con poncho de tela azul, sombrero y botas de cuero” (Musters, 2007).

En su crónica podemos vislumbrar características propias del funcionamiento de la comunidad de las manzanas en relación directa con los lazos y redes que se mantenían entre blancos e indígenas, en el marco del área de frontera. Musters comenta un tanto sorprendido, un encuentro entablado entre los tehuelches y los manzaneros, para negociar e intercambiar bienes “(…) y llegaron los indios manzaneros y picunches a negociar con piñones, manzanas y un poco de harina, a veces, por cuchillos, bolas y demás artículos” (Idem; 217). Estas reuniones gozaban de un marco general que era la celebración de parlamentos, con fines específicos; entablar la paz entre las etnias presentes, ver la relación y posición de Carmen de Patagones y posicionarse frente a un malón propuesto por Calfucurá a Bahía Blanca y la frontera bonaerense. En los testimonios del viajero inglés se observa entre líneas cómo fue la relación entablada entre Sayhueque y el gobierno nacional: estilo cauteloso y reflexivo. Ejemplo de ello fue la conversación mantenida entre el cacique manzanero, Linares y Casimiro. Estos últimos, le insistieron al primero que no era conveniente enemistarse con el gobierno bonaerense en estos momentos, ya que las raciones podrían ser disminuidas y se perderían las valiosas provisiones de caballo y vacas que se les otorgaba (Idem; 197).

El recorrido de Musters fue extenso y con detalles de paisaje ciertamente asombrosos. Se sorprendió de la naturaleza inmensa y llena de vida de las diferentes regiones de la actual Patagonia. En ningún momento estuvo solo, fue acompañado por un grupo de Tehuelches, principalmente por Casimiro Biguá, jefe étnico representativo de estos sectores. Sobre este último manifestó una gran admiración y respeto, agradeciendo su compañía constantemente.

El acercamiento a Sayhueque no fue fácil para el viajero inglés, se efectuaron parlamentos para la aprobación de su ingreso e instancias propias del mundo nativo como ritos, celebraciones, que fueron puestas como necesarias e imprescindibles para el recorrido llevado adelante por Musters. Esta crónica nos aporta también gran información en relación con los circuitos comerciales en los cuales participaban los manzaneros y realiza una comparación con Calfucurá. Musters insiste de una manera llamativa y hasta risueña de lo que se encuentra al otro lado de la cordillera, describiendo a los araucanos como ladrones y negociantes que se diferenciaban ampliamente con los manzaneros. Aquí pone el acento en la riqueza de los toldos de Sayhueque y su importancia como punto clave en la región. Estos datos fueron mencionados a los “agentes” nacionales y utilizados como una llave para abrir la puerta de las diferentes expediciones militares de 1880. Su recorrido concluirá con Casimiro en Carmen de Patagones.

Visitas de Moreno al Lago Nahuel Huapi

Francisco P. Moreno escribe el libro Reminiscencias 30 años después de los hechos en 1875/1876, recordando en su viaje al Nahuel Huapi, la visita a los toldos del cacique Valentín Sayhueque y la experiencia de su cautiverio por los “manzaneros”.

Es una de las obras más significativas y emblemáticas por su historia de vida y la trayectoria a nivel político, científico y cultural de lo que describió. Sayhueque y su comunidad lo tuvieron secuestrado por la insistencia de este de pasar a Chile y desconfianza generada en torno al grupo étnico. El recorrido y objetivos de Moreno no fueron arbitrarios, con un registro de lectura de los cronistas y científicos como Darwin, Cox, Musters, Bejarano, se sirvió de los datos que ellos mencionaron en sus exploraciones, “(…) releí el viaje de Cox, quien había cruzado los Andes por Nahuel Huapi, con la intención de llegar al Atlántico, sin poder conseguir por la oposición de los indígenas del oriente que lo obligaron a regresar a Chile” (Moreno, Op. Cit: 20).

Moreno se adentró al mundo de frontera, a través de dos viajes en el territorio del Caleufú, con las intenciones de relacionarse con Sayhueque y los manzaneros para lograr pasar a Chile. Uno de ellos en 1875 y el otro en 1878, contando con la autorización de la Sociedad Científica Argentina y legitimando su exploración con fundamentos coleccionistas, naturalista y de reconocimiento del territorio. Su objetivo era claro: cruzar a Chile “(…) por alguno de los muchos boquetes que existen en sus inmediaciones, cuyo acceso era fácil según me aseguraban (…) atravesar la cordillera, ver al indígena en su medio, lejos de la civilización, y vivir en el toldo para recoger entre aquellas tribus próximas a desaparecer” (Idem: 3).

Este científico estaba en sintonía y conocía bien que los indígenas, gracias al manejo acorde de los circuitos mercantiles, no tomaban a la cordillera como una barrera natural limítrofe sino que más bien era trascendental para el traslado e intercambio de mercancías, ganado, pasaje de personas y transacciones de todo tipo. Las sociedades nativas no eran pasivas frente a otros sectores sociales o entes nacionales, más bien tenían control y autoridad para decidir en sus territorios.

Por lo tanto, el perito comienza su viaje hacia los territorios de las manzanas, teniendo que pedir permiso para ingresar sucesivamente y siendo acompañado por Inacayal y su tribu, “No sin dificultades, obtuve luego un baqueano indígena para llegar a las tolderías del cacique Shaihueque, dueño del paso a Chile” (Idem: 29). El camino es complejo y los describe con bastante minuciosidad, mostrando una pluma etnocéntrica, exploratoria y describiendo operaciones comerciales y vinculaciones con hacendados chilenos. No deja de comentar la inquietud y descontento que reinaba en las sociedades étnicas diversas por la falta de las raciones acordadas con el Estado nacional. Ténganse en cuenta que este problema es incesante en el periodo. Varios trabajos hacen hincapié en las relaciones fronterizas y los tratados de paz de esta última década, consecuencia concreta de la avanzada militar. (De Jong, Ingrid, 2009; Varela y Manara, 2006; Tamagnini, Pérez Zavala y Olmedo, 2005; Pérez Zavala, 2014). Si miramos la comunidad manzanera y Sayhueque podemos denotar que sus cartas reflejan el pedido de aumento de raciones y sobre todo la predisposición que ha tenido el cacique con el Estado. Siendo benevolente, intermediario de las negociaciones y sin realización de malones que perjudiquen “los buenos tratos” (AGN, Legajo 723: f.336, 337).

Escribe cartas a agentes de gobierno y a causa de insistencias de Moreno sobre información indígena y sospechas de los manzaneros es puesto prisionero, teniendo algunos indígenas cómplices, como por ejemplo Utrac, hijo de Inacayal. Este será quien le informe a Villegas de lo sucedido y la situación desencadenaría toma de prisiones nativos por parte del gobierno en Patagones (Villegas, 1881). Es aquí cuando Sayhueque y Loncochino escriben una carta al gobierno para que suelten a los indios, conociendo además la presencia del coronel Ortega que quiere invadir desde el norte organizándose los nativos para resistir con ayuda de Namuncurá (AGN, Legajo 723: f.323, 375).

Es conocida la enemistad y postura negativa con la que describe Moreno el trato dado por Loncochino, “Secretario de mi Superior Gobierno de Las Manzanas D. Valentín Sayhueque”, tildándolo de traidor y timador, producto de su condición de mestizo valdiviano, sumado a su resentimiento por la cercanía y recomendaciones que le hacía al cacique manzanero. Semejante imagen tenía del platero valdiviano Flandes. Sin embargo, la decisión de tomar de rehén a Moreno es concreta y se efectiviza fundamentalmente por el reclamo de indios tomados prisioneros por el General Villegas y por las intenciones que ya había denotado Moreno en su primer viaje. La sociedad manzanera había comprendido que los objetivos de los agentes de gobierno estatal y viajeros científicos como Moreno eran observar movimientos, territorios, relaciones a través de la cordillera del mundo indígena. No fueron pasivos frente a estas acciones como a veces suele describirse.

Desde el comienzo, el perito había entablado una muy buena relación con Utrac, como bien lo adelantamos al principio. Su vínculo fue clave para la fuga del científico ayudado por Gavino, “indio pariente lejano de Sayhueque”. Es muy singular la escena que se comenta en su crónica cuando Moreno llega como prisionero al Caleufú, denotando posturas de éste y acciones de los nativos, “(…) nos acercamos entre grupos que llegaban de todos lados, armados, a la toldería, lanzándonos insultos al pasar (…) otros que los habían adelantado, reponían sus fuerzas bebiendo sangre fresca y caliente de algunas yeguas recién degolladas (…)después de aguardar unos momentos Loncochino avisó que podía entrar al toldo, aquél fue un momento crítico, debía separarme de mis dos compañeros y abandonar las armas en medio de la muchedumbre hostil” (Moreno, Op. Cit., 181).

El parlamento constituido para debatir la prisión y motivos de Moreno, denominado como “Consejo” es verdaderamente rico en cuanto información del manejo diplomático entre los nativos y la relación con los agentes de Buenos Aires. Se le exigió al científico que escribiera una carta al Vintter para que por su pluma se viera la inocencia de los prisioneros nativos y los dejaran libres; como también demostrará que las negociaciones podían ser pacificas.

Moreno logra escaparse en una balsa, ayudado por Utrac y Gavino, llega a Patagones y realiza una descripción, narración de lo sucedido. Concluyó su viaje sin haber logrado su principal objetivo que era cruzar a Chile, pero logró reunir basta información de la organización de las tolderías de Sayhueque, de la relevancia del cacique, su distribución, los indios amigos y los territorios de influencia, con sus riquezas inclusive. Un detalle a destacar es la mirada del problema que Sayhueque venía planteando desde 1872 con respecto a la entrega de raciones y la disminución de las mismas con el pasar de los años. Las consecuencias serían terribles para las relaciones intra e inter étnicas, sumado a la avanzada militar sobre los territorios actuales del sur de Neuquén. “Shaihueque me había dicho que habiéndole quitado el Gobierno las raciones, ya no tenía la misma influencia con sus indios” (Idem: 196).

Conclusiones

Si tenemos que mencionar un escrito que haya contribuido concretamente a la expedición militar y un real aporte a las relaciones fronterizas, claramente los escritos de Moreno son un buen panorama y trazado de ruta por los territorios del Caleufú. No tan solo mencionó la importancia de Sayhueque como pilar para las tribus de los territorios manzaneros sino que marcó la pauta de que esas tierras eran fundamentales en modelo agroexportador que se estaba insertando el país en construcción y los indígenas eran un obstáculo para concretar la “civilización”. No podemos descartar los escritos de Zeballos (2008), centrales en esta línea pero ese sería otro trabajo mucho más extenso, rico también en su contenido.

La lectura de su crónica con una mirada articulada permite visualizar la conexión e las sociedades indígenas y el Estado nacional. Moreno mencionó claramente que los espacios del Caleufú tenían que ser integrados a la “civilización” porque tenían un futuro increíble y valorable para el turismo nacional y riqueza del país que se estaba forjando (Moreno, 2009: 160). A medida que iba recorriendo los caminos para llegar al territorio manzanero describió con detalle lugares especiales y estratégicos para situar fortines, vegetación, paisaje, ríos, los cuales serían tenidos en cuenta por el Comandante Villegas al momento de su expedición. Es importante denotar que con relación a los fortines, la crónica de Moreno acerca la realidad cruda y la miseria que se vivía en ellos, como los soldados estaban desprovistos de todo lo indispensable para vivir y al borde de la muerte por el simple hecho de “cumplir con el deber de proteger la civilización”.

Cabe destacar, que sin la ayuda de Utrac e Inacayal, este cronista no hubiese podido contar la historia que hoy tenemos en nuestras manos. Su agradecimiento se manifiesta destacando que ellos eran “los indios más civilizados que he conocido” (Moreno, 2009: 39). En este sentido, es singular que el final del segundo haya sido el Museo de Ciencias Naturales en la ciudad de La Plata, tiempo después.

Desde luego, que el presente artículo acerca un poco al recorrido del cronista y su incidencia-vinculo con las sociedades nativas, tratando de presentar un tema que tiene un análisis mucho mayor pero que se limita a interrogantes puntuales en este caso. Queda camino por transitar.

Por todo lo mencionado, podemos finalizar respondiendo a nuestra pregunta inicial del verdadero rol de las sociedades huiliches en este periodo. El estudio de las crónicas de época permiten afirmar que las sociedades indígenas no fueron actores pasivos frente al avance del Estado Nacional. Que buscaron estrategias varias para resistir y que en el caso del cacique Sayhueque utilizo el mecanismo de la huida como forma de escapar a las redes y subordinación militar. El trato con Moreno no fue para nada iluso o ingenuo, sino que el conocimiento y reconocimiento era mutuo. El líder manzanero tenía claro que el juego había cambiado, ya Namuncurá le había advertido en sus cartas. Empero le quedaba jugar una última partida que era la negociación final, la cual tendrá beneficios a la hora de su rendición en 1885. Como menciona Moreno aunque de otra manera las cartas ya estaban echadas hace bastante tiempo “Cinco años después se cumplía mi profecía de Caleufú: Shaihueque llegó a Buenos Aires prisionero” (Idem: 217).

 

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Recibido: 14/10/2015
Aceptado: 01/03/2016
Publicado: 08/04/2016

 

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