Trabajos y Comunicaciones, 2da. Época, Nº 43, e002, marzo 2016. ISSN 2346-8971
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Historia

 

ARTÍCULO/ARTICLE

 

El marxismo latinoamericano de papel. La política editorial de Jorge Abelardo Ramos a comienzos de los años sesentas

 

Martín Ribadero

Universidad de Buenos Aires - Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe - CONICET
Argentina
ribaderomartin@gmail.com

 

Cita sugerida: Ribadero, M. (2016). El marxismo latinoamericano de papel. La política editorial de Jorge Abelardo Ramos a comienzos de los años sesentas. Trabajos y Comunicaciones (43): e002. Recuperado de: http://www.trabajosycomunicaciones.fahce.unlp.edu.ar/article/view/TyC2016n43a02

 

Resumen
La importancia del marxismo en el pensamiento latinoamericano ha sido señalada en reiteradas oportunidades. Su capacidad para generar diversos proyectos políticos y culturales fue una característica central de dicha tradición, desplegada a través de distintos agentes e instituciones desde la llegada de los escritos de Marx y Engels a América Latina a fines del siglo XIX. Sin embargo, buena parte de esa historia todavía es parcial, anclada en perspectivas nacionales y poco atenta al estudio de sus formas materiales, esto es, a aquellos aspectos a través de los cuales el discurso marxista logró conformar una materialidad específica, tanto para la elaboración teórica como la acción de militantes, obreros, estudiantes e intelectuales. El trabajo tiene como objetivo proponer una exploración del marxismo latinoamericano desde la perspectiva de la reconstrucción de su mundo impreso, a partir de delinear una serie de problemas, temas y reflexiones solventados en el estudio de la editorial Coyoacán de Jorge Abelardo Ramos a principios de los años sesentas en la Argentina.

Palabras claves: Marxismo; Editoriales; Latinoamericanismo; Jorge Abelardo Ramos.

 

Latin American Marxism paper . The editorial policy of Jorge Abelardo Ramos in the early sixties

 

Abstract
The importance of the Marxism in the Latin-American thought has been indicated in repeated opportunities. Its aptitude to generate diverse political and cultural projects was a central characteristic of the above mentioned tradition, opened across different agents and institutions from the arrival of the writings of Marx and Engels to Latin America at the end of the XIXth century. Nevertheless, good part of this history is still partial, anchored in national perspectives and little commits an outrage against the study of its material forms, this is, to those aspects across which the Marxist speech managed to shape a specific materiality, so much for the theoretical making as the action of militants, workers, students and intellectuals. The work aims to propose an exploration of the Latin-American Marxism from the perspective of the reconstruction of its printed world, from delineating a series of problems, topics and reflections settled in the study of the publishing house Coyoacán of Jorge Abelardo Ramos in the early 1960s in Argentina.

Keywords: Marxism; Editorials; Latinoamericanismo; Jorge Abelardo Ramos.

 

 

Introducción

Los estudios dedicados al marxismo en América Latina han diagramado su contorno a partir de la reposición de sus ideas y figuras principales. En diversas oportunidades, esta literatura no solo ha priorizado el análisis de personalidades de la talla de José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella o Ernesto “Che” Guevara, por citar las más representativas, sino también su pensamiento vinculado a la política, la cultural y la sociedad. Sin embargo, alentar una indagación sobre los marxismos existentes en la región, tal como sugieren varios trabajos (Tarcus, 2007), obliga a considerar otras dimensiones centradas antes que exclusivamente en sus ideas, en las condiciones materiales que posibilitaron su difusión, recepción y adaptación.

Aunque varios autores han constado la pregnancia que tuvo dicha tradición entre intelectuales, militantes y políticos latinoamericanos, poco sabemos sobre los libros, folletos, panfletos, traducciones, ediciones y diversos escritos que estaban disponibles, efectivamente publicados, gracias a la labor de distintos agentes culturales. Entre ellos, tanto las editoriales como los editores cumplieron un papel fundamental pero escasamente transitado por esa historiografía abocada a trazar el itinerario de los marxismos en América Latina. Editoriales como las mexicanas Era, Fondo de Cultura Económica y Juan Pablos Editor, la venezolana Monte Ávila, Cuadernos de Marcha en Uruguay, Cuadernos de Pasado y Presente y la Rosa Blindada en Argentina fueron algunas de las protagonistas que, desde mediados del siglo XX — y junto a las del Partido Comunista—, desplegaron una activa política de edición de títulos y autores asociados a nombres como Marx, Engels, Antonio Gramsci, León Trotsky, Walter Benjamin, Rosa Luxemburgo, Mao TséTung, Lenin y Herbert Marcuse, entre otros. Sin embargo, señalar su importancia en el panorama del impreso no obvia el poco conocimiento que existe sobre ellas, sus actividades, obras publicadas y tipo de operación selectiva efectuada sobre el corpus marxista. De esta manera, un fututo estudio sobre la edición de libros, sus efectos en los lectores y las formas concebidas para leer el marxismo en la región, debiera centrar esfuerzos en la construcción de un mapa de aquellos emprendimientos y actores que protagonizaron tal experiencia político-cultural, al tiempo que considerar la selección y traducción efectuada de obras y autores que, en definitiva, impulsaron los principales debates alrededor de los cuales giró un marxismo preocupado por adaptarse a una realidad local heterogénea y cambiante.

En esa larga historia, y en vista de un necesario recorte ante tamaño desafío, la segunda mitad del siglo XX fue clave. Con la irrupción de los populismos, el impacto de la revolución cubana y el agotamiento de los modelos desarrollistas, el marxismo sufrió un nuevo momento de crisis y reconversión. En el caso argentino, la presencia y triunfo del peronismo fue nodal en la transformación que sufrió la cultura de izquierdas, de sus marcos interpretativos y de acción, y en especial su principal insumo ideológico-doctrinario, el marxismo. Frente al monopolio que el Partido Comunista ejerciera sobre la palabra de Marx y sus seguidores, a mediados del siglo diversas formaciones intelectuales y militantes emergieron con el objetivo de revisar y auspiciar una renovación de su cuerpo teórico, doctrinario y estratégico. Uno de los casos que mejor retrató ese momento de reformulación y expansión, fue el que protagonizó el grupo de intelectuales marxistas liderado por Jorge Abelardo Ramos durante las décadas del cuarenta y sesenta. Si bien el análisis de sus ideas fueron abordadas —aunque todavía de manera parcial— por diversos autores, muy poco se sabe de sus emprendimientos editoriales, centrales en una propuesta político-cultural que tenía a la producción y difusión de la literatura marxista un eje vertebral de su intervención y disputa en el seno de las izquierdas argentinas.

El análisis de la editorial Coyoacán dirigida por Ramos a principios de los años sesentas es, por todo ello, un buen ejemplo para reflexionar al tiempo que observar de qué manera la enunciación sobre el marxismo a mediados del siglo XX no sólo comenzaba a despegarse del dominio comunista, sino también era puesto en diálogo con otras tradiciones como el latinoamericanismo y el nacionalismo revolucionario, así como géneros asociados a lo autobiográfico y el testimonio. A través de la reposición y análisis de las obras publicadas por Coyoacán, el trabajo busca inscribirse en el estudio de la recepción, adaptación y propagación que experimentó el marxismo en América Latina, sobre la base de reconstituir, retomando a Régis Debray (2007), su mediología; esto es, las formas y procesos materiales a través de las cuales éste fue efectivamente transmitido, en nuestro caso asociado a la labor editorial. De esta manera, podrá comprenderse mejor cómo ciertas figuras y grupos protagonizaron lo que, siguiendo a Franco Andreucci (1980) y José Aricó ([1982] 2002), conformó el complejo proceso de expansión del marxismo en América Latina.

Marxismo y editoriales en la Argentina a mediados del siglo XX. Apuntes para una historia

Como en otras partes del mundo, en la izquierda argentina de mediados del siglo XX la voz autorizada sobre la producción de literatura marxista recayó en el Partido Comunista.1 Editoriales como Problemas, Anteo, Progreso, Futuro, Lautaro y Procyón formaban un entramado cultural que incluía varias librerías, editores, distribuidoras, revistas, semanarios y cuadros intelectuales. Los autores y títulos variaban de un sello a otro, pero en general era destacada la publicación de obras relacionadas con los padres fundadores Marx y Engels, marxistas clásicos como Lenin y Stalin y hombres del partido. Si bien esta producción devino en una ortodoxia respecto a qué y quienes debían o merecían ser publicado, no menos cierto es que su participación impulsó el crecimiento cuantitativo de esta literatura entre las izquierdas. Sin embargo, en el mismo momento en que el aparato cultural comunista confirmaba su hegemonía, editoriales fundadas por grupos y figuras ajenas ha dicho espacio no solo colaboraban en afirmar tal tendencia sino que impulsaban una fuerte disputa a la supremacía ejercida por el partido en el mundo del libro. Y aunque todavía existen importantes vacíos historiográficos sobre las editoriales que protagonizaron ese momento de la historia del marxismo latinoamericano, un raconto mínimo de los sellos y editores abocados a la publicación de autores y títulos evidencia a las claras el inicio del fin del monopolio del comunismo en la producción y circulación de literatura marxista.2

En buena medida, que tal situación pudiera desplegarse dependió de la mejora y ampliación que experimentó el mercado editorial nacional a partir de la posguerra, visible en la expansión de imprentas, editores, librerías y en el aumento registrado de las matriculas en todos los niveles educativos. Estos cambios morfológicos que afectaron a la vida cultural implicaron un significativo crecimiento de la actividad editorial, cuyo rasgo más saliente se observa en el surgimiento y predominio ejercido por grandes casas como Losada, Emecé y Sudamericana pero también la presencia de otras medianas y pequeñas.3 De igual manera, estas mutaciones alentaron el surgimiento de distintos emprendimientos entre las izquierdas. Como ha comenzado a revelar trabajos recientes, su participación en el panorama editorial y cultural a partir de mediados del siglo XX evidencia un mundo no solo poco explorado, sino sustancial en el estudio de las formas a través de las cuales esta familia política y en especial el marxismo lograron ocupar un lugar. Todo ello, claro está, redundará en un mayor conocimiento sobre aspectos fundamentales de la actividad de las izquierdas en relación con emprendimientos editoriales, traducciones, catálogos y efectos político-culturales.4 Este aporte, en conclusión, revela un fértil espacio de indagación desde perspectivas que competen a diversas subdisciplinas o campos del saber cómo la sociología de la cultura, la historia de los intelectuales y de la cultura.

Ahora bien, la dinámica de las izquierdas no estuvo asociada únicamente a estas transformaciones que redefinieron el espacio cultural argentino de mediados del siglo XX. Las acciones desplegadas varias por formaciones, instituciones y agentes acaso pueden explicarse en razón de las alteraciones que experimentó el campo de poder con el surgimiento del peronismo. Y aunque es notorio que el caso argentino no ha sido el único en donde esta experiencia político-social supo impactar en la cultura de izquierdas, igualmente por ese tiempo es factible constatar la emergencia de diversos proyectos políticos-culturales que trataron de hallar, por un lado una respuesta a la derrota política sufrida y, por el otro, presentar combate al influjo que el nacionalismo popular comenzaba a ejercer en el ámbito ideológico y muy especialmente en la clase trabajadora. Como ya fue advertido por algunos autores, ambos aspectos colaboraron en la generación de un nuevo momento de crisis en el marxismo en particular y la tradición socialista en general.5En años posteriores, tal situación se volvió cada vez más pronunciada debido al fracaso de los proyectos desarrollistas, el “deshielo” comunista y los efectos de la descolonización y Revolución cubana.

Entre las izquierdas argentinas, una de las formaciones que más rápidamente diagramó una lectura del peronismo y de los cambios ideológicos expresados, sobre la base de una selección de la doctrina trotskista y la tradición latinoamericanita, la encabezó Jorge Abelardo Ramos. La publicación de la revista Octubre (1945-1947) fue en un comienzo el canal a través del cual este grupo enunció sus ideas e interpretaciones sobre el “hecho peronista”, situación que continuó pero en el plano editorial a través de Indoamérica (1949-1955). La razón de este emprendimiento político-cultural estuvo fundo en la idea de disputarle al PC la autoridad sobre el canon de la literatura marxista, a partir de una actividad que facilitaba una variopinta mezcla de títulos, autores y temas a un precio accesible.

Indoamérica estuvo financiada y dirigida por intelectuales y militantes trotskistas como Aurelio Narvaja, Enrique Rivera, Jorge Abelardo Ramos, Carlos Etkin, Hugo Sylverster y Jorge Enea Spilimbergo. A lo largo de sus años de vida, la editorial logró publicar varios títulos y autores asociados al marxismo pero también a la tradición latinoamericanista. Al lado de las obras de Marx, Lenin y Trotsky, Indoamérica ofrecía libros de Víctor Haya de la Torre, Ezequiel Ramírez Novoa, Juan José Arévalo y Manuel Ugarte. Asimismo, su catálogo contemplaba temas como la cuestión judía en América Latina, la relación entre literatura y sociedad y el papel del arte en los procesos revolucionarios. El rol de editor estuvo a cargo de Jorge Abelardo Ramos quién, gracias a sus conocimientos forjados en el mundo del libro y la actividad editorial durante la década del cuarenta, supo cumplir con las demandas que acarrea dicho lugar.6

En años posteriores, Ramos y su grupo emprendieron otras y variadas experiencias en el mundo del impreso, en especial fundando revistas como Izquierda (1955) y Política (1958 y 1961), además del semanario Lucha Obrera (en sus dos etapas de 1954-1956 y 1964-1971). Por su parte, en el plano editorial lanzaron a fines de los años cincuenta el sello Amerindia. Aunque esta editorial logró publicar unos pocos títulos, fue responsable de la aparición de uno de los libros políticos más vendidos en el país por aquel entonces: Revolución y contrarrevolución en Argentina. Las masas en nuestra historia. Sin embargo, el lanzamiento del sello Coyoacán (1960-1963) permitió que el grupo pudiera coronar esta forma de intervención político-cultural, antes de su posterior y definitiva incorporación a la vida política con el lanzamiento del Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN) en 1962. Debido a la cantidad de autores publicados y temas, los contactos establecidos a nivel latinoamericano y la repercusión lograda, esta editorial es una vía idónea para adentrarse en el mundo editorial del marxismo al tiempo que reconstruir un capítulo central en la configuración político-cultural de la izquierda argentina de principios de los años sesentas.

Un marxismo latinoamericano posible. Ramos y la política editorial de Coyoacán

La editorial Coyoacán estaba ubicada en la zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires. Sus operaciones de edición y pruebas tipográficas tenían lugar en la librería “Del Mar Dulce” que Ramos tenía por entonces. El depósito de los libros tuvo como domicilio la calle Chacabuco al 1015. Centro de reuniones y de consumo de literatura de ideas de izquierda, la editorial y la librería eran parte de una sociabilidad mayor gracias a la presencia de visitantes como Arturo Jauretche, Alberto Methol Ferré, Ricardo García Lupo, Ernesto Laclau, Elías Castelnuovo, Luis Alberto Murray, Fermín Chávez, José María Rosa, Enrique Oliva, Enrique Pavón Pereyra y los miembros del colectivo de arte muralista “Espartaco”.7 En esta misma librería, tiempo después, Ramos y su grupo editaron el semanario Lucha Obrera, cuyo primer director fue Jorge Enea Spilimbergo y a partir de abril de 1964, Ernesto Laclau. Así, este emprendimiento pasó a convertirse también en una imprenta al contar con linotipos propias ubicadas en el subsuelo, en donde además de libros se imprimían folletos y sueltos vinculados con las actividades de propaganda y difusión del PSIN.

Las tiradas de los libros de Coyoacán eran de 3000 ejemplares aproximadamente. De tamaño pequeño — 17 cm. de largo por 10 cm. de ancho—, incluso en relación con los publicados en las anteriores editoriales, los tomos estaban pensados para un transporte sencillo y cómodo de un lector en tránsito, en condiciones de ejercer la lectura en cualquier momento y lugar. El precio de cada ejemplar era bajo, situación que en parte se vio facilitada debido a los beneficios que le reportaba el contacto con Mario Valotta, director del diario Democracia. Según testimonios, fue éste quién facilitaba el papel a precio de costo.8 Los títulos publicados fueron los siguientes:9

Cuadro 1. Libros publicados por la editorial Coyoacán, 1960-1963

1-La cuestión Judía

Carlos Marx

2-Arte y Revolución en América Latina

Ricardo Carpani

3-Juan B. Justo y el socialismo cipayo

Jorge E. Spilimbergo

4-La Izquierda Nacional en la Argentina

Alberto Methol Ferré (Comp.)

5-El paso de los libres

Arturo Jauretche

6-Pro y contra de Alberdi

Luis Alberto Murray

7-El imperialismo en el Río de la Plata

Vivian Trías

8-La Patria Grande

Manuel Ugarte

9-Prosa de Hacha y Tiza

Arturo Jauretche

10-Mitre al desnudo

Juan Bautista Alberdi

11-Burguesía y el proletariado en el nacionalismo brasileño

Helio Jaguaribe

12-Socialismo utópico y Socialismo científico

Federico Engels

13-La revolución nacional en Marx

Jorge E. Spilimbergo

14-Las guerras civiles argentinas

Juan Álvarez

15-Uruguay ¿provincia o nación?

Roberto Ares Pons

16-La revolución rusa y la burocracia soviética

León Trotsky

17-Crisis y resurrección de la literatura argentina

Jorge Abelardo Ramos

18-San Martín y el origen del capitalismo argentino

Eduardo Astesano

19-La crisis entre Mao Tsé-Tung y Kruschev

Dionisio Villar (Comp.)

20-La historia de la revolución española

Abraham Guillén

21-El contubernio

Joaquín Coca

22-La formación histórica rioplatense

Luis Alberto de Herrera

23-Manuel Ugarte y la Revolución latinoamericana

Jorge Abelardo Ramos

24-Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina

León Trotsky

25-Como hicimos el 17 de Octubre

Ángel Perelman

26-Forja y la Década Infame

Arturo Jauretche

27-Marxismo y antimarxismo

Carlos Kautsky

28-La reconstrucción de Hispanoamérica

Manuel Ugarte

29-Peronismo y socialismo nacional

Alberto Belloni

30-El poder detrás del trono

Sir David Kelly

31-Vida de Chacho

José Hernández

32-La política en el arte

Ricardo Carpani

33-El proletariado y la revolución democrática

V.I. Lenin

34-Imperialismo y angustia

Claudio de Araujo Lima

35-Las inversiones extranjeras en América Latina

Carlos Montenegro

36-La revolución permanente

León Trotsky (I tomo)

37-La revolución permanente

León Trotsky (II tomo)

38-Mariano Moreno y la revolución nacional

Norberto Galasso

 

La aparición de estos libros debió mucho, más allá del dinero inicial invertido principalmente por Ramos, al entramado cultural que supo cultivar a lo largo de la década de 1950. Intercambios epistolares, envío de artículos, revistas y libros, viajes y proyectos culturales forman parte de un acervo documental que evidencia una red y una sociabilidad en la cual Ramos estaba inserto a nivel transnacional, fundamentada en encuentros y apuestas en común con diversas amistades, compañeros y colaboradores.

Entre los intelectuales argentinos y latinoamericanos que permanente animaron la red ligada a Ramos y su grupo, si se atiende a la periodicidad y cantidad intercambios, el historiador uruguayo de origen católico Alberto Methol Ferré ocupó un lugar destacado (Ribadero, 2014). El encuentro y colaboración con este intelectual orienta se fundamentó en diversos aspectos, destacándose la publicación de libros. La relación entre estos dos hombres expresaba en el plano ideológico, a pesar de las diferencias intelectuales y políticas de origen, la reactivación y circulación de un discurso latinoamericanista en declive desde mediados de la década del treinta (Bergel, 2012). Asimismo, a raíz de este vínculo, Ramos pudo tomar contacto con el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe. De tal encuentro se originó la publicación por parte del sello Coyoacán de un trabajo del sociólogo carioca titulado Burguesía y proletariado en el nacionalismo brasileño. Según se observa en la correspondencia sostenida por ambos, el envío de ejemplares al autor y las felicitaciones que éste le extendía sobre la calidad de la traducción, convivían con el ahínco que cada uno impulsaba para consumar el postergado proyecto de unidad de las repúblicas latinoamericanas en una gran nación10. La traducción del libro de Jaguaribe estuvo a cargo de Lidia Abelenda, una amiga de Alberto Methol Ferré. Además del contacto con Jaguaribe, a través del intelectual uruguayo Coyoacán pudo traducir y publicar otro trabajo: Imperialismo y Angustia, del psiquiatra y sociólogo brasilero Claudio de Araújo Lima.11

Estos encuentros e iniciativas con diferentes intelectuales, halla una primera explicación en la importancia que la editorial asignaba al tema del imperialismo y sus efectos en América Latina. A partir de ello, se explica el acercamiento de Ramos con dos referencias del antiimperialismo latinoamericano como eran el intelectual y político guatemalteco Juan José Arévalo y el socialista uruguayo Vivían Trías. La correspondencia sostenida con ambos confirma que, si bien Arévalo no pudo enviar su colaboración aunque estaba interesado, Tríassí lo hizo, logrando publicar su trabajo El imperialismo británico en el Río de La Plata.

Aunque a todas luces es evidente el peso que tenía el latinoamericanismo en el armado del catálogo, la editorial asimismo contemplaba recuperar y poner en circulación temas y autores asociados al marxismo, en una acción que revela una operación de selección sobre su propia tradición. El primer libro publicado bajo esta idea, La cuestión judía de Karl Marx, es representativo de dicha política, aunque también existieron otras razones que explican su aparición. Una de ellas se relaciona con la preocupación que manifestaba el grupo por un problema que consideraban central en la dinámica política y cultural de los judíos en el país: su integración a la “comunidad latinoamericana”. Similar al esfuerzo realizado por la editorial Indoamérica, y a diferencia de otras vertientes del trotskismo y aún del marxismo, la cuestión judía era considerado un tema de actualidad ya que:

En América Latina y, en particular, en la Argentina, donde la inmigración judía ha sido considerable, el debate ha sido y es intenso, pero generalmente se circunscribe a planteamientos que están lejos de situar la cuestión en sus verdaderos términos. Como argentinos y como latinoamericanos aspiramos lógicamente a que los descendientes de aquellas colectividades extranjeras radicadas entre nosotros se integren definitivamente a la comunidad latinoamericana y participen de sus propias luchas, dolores y esperanzas.12

Pero, si como apunta León Rozitchner (2011), el texto de Marx tenía como objetivo ayudara los judíos a “cómo deben pensar para alcanzar una comprensión no religiosa sino laica de su ser judío”, Ramos trasmutaba este análisis hacia los sectores progresistas de comunidad con la intención de “combatir la ideología de la burguesía de Israel ligada al imperialismo”. Este interés por el legado judío también se expresó a través de la participación en la reunión convocada y organizada por la Juventud socialista de izquierda judía (Hatshomer Hatzair).13 Allí el líder de la “Izquierda Nacional” disertó en una mesa redonda sobre la política nacional y las perspectivas que se abrían en torno a la formación de una izquierda y el papel de los judíos en ella, en un contexto político-cultural interno a la comunidad que, desde principios de los años cincuenta, estaba dominado por el sionismo y el desinterés que manifestaban importantes sectores por una mayor integración (Dujovne, 2014, 171)

Sin embargo, los motivos que explican la aparición de La Cuestión Judía no acaban en las consideraciones recién abordadas. Otra y simultánea razón ayuda a comprender el porqué de la publicación de este libro de Marx. Muy probablemente ésta se deba a cuestiones personales, afectivas, que conformaban la subjetividad de Ramos. Aunque nunca hubo un reconocimiento personal sobre su origen judío, es por lo menos significativo que al momento de decidir qué título sería el primero en publicar Coyoacán haya sido éste y no otro de los muchos que tenía en vista. Si bien es cierto que la “cuestión judía” había sido un interés compartido con sus antiguos compañeros de Indoamérica, como Carlos Etkin, Hugo Sylvester y Adolfo Perelman, la aparición del libro revela la permanencia de una filigrana íntima en Ramos, significativa a la hora de comprender su derrotero y las decisiones asociadas con la labor político-intelectual.

La editorial, de manera similar a sus antecesoras Indoamérica y Amerindia, también tenía un especial interés en publicar, además de Marx, a autores como Friedrich Engels, León Trotsky, Lenin, Karl Kautsky, Mao Tsé Tun, o interpretaciones sobre el problema de las revoluciones nacionales en Marx como brindaba Jorge Enea Spilimbergo. Así, Coyoacán buscaba acercar la literatura marxista a una nueva generación, con la intensión de alentar un proceso de formación política e intelectual, tal como rezaban las solapas y contratapas. Asimismo, como se advierte en el prólogo al libro de Engels Socialismo utópico y Socialismo científico, estos libros cumplían con otro objetivo: continuar con la batalla emprendida contra el Partido Comunista en el plano editorial:

los clásicos del pensamiento socialista sólo han servido en manos del stalinismo para ocultar la traición metódica a sus postulados esenciales (…) pero en las nuevas condiciones sociales y política de la Argentina (…) es preciso proporcionar a los jóvenes las obras centrales de los maestros del marxismo.14

Que dicha política se concretara a través de la publicación de varios títulos caros al marxismo, permite considerar no solamente el diálogo que el grupo quería mantener con la tradición sino también su identificación con su cuerpo teórico, por más que Coyoacán apañara explícitas referencias al nacionalismo popular y el latinoamericanismo.

Ahora bien, una lectura detenida del catálogo de la editorial conduce a una pregunta fundamental, si la intensión es pensar en la relación que trazó el grupo Ramos con el marxismo ¿cuál era la propuesta Coyoacán? Si nos ceñimos a los autores publicados, una buena parte era parte del canon establecido dentro del mundo marxista, por lo menos hasta la década del sesenta: Marx, Engels, Lenin. Pero también, como vimos, el sello incluía en su grilla otros autores como Trotsky y Kautsky quienes, si bien nunca alcanzaron el nivel de difusión de los antes mencionados, efectivamente habían sido bastante leídos por varios intelectuales y militantes alrededor del planeta.15 Asimismo, era destacada la presencia de temas significativos para la formación de cualquier aspirante de izquierda como el debate sino-soviético, el rol de la revolución nacional en los escritos de Marx y el problema del imperialismo abordado a través de autores como Manuel Ugarte, Vivián Trías o Roberto Ares Pons. De esta manera, se aprecia mejor uno de los objetivos asumidos por la editorial: ofrecera un público joven e interesado en formar sepolítica-ideológica en el marxismo con obras, autores y temas ajenos a los que auspiciaba el comunismo argentino.

Efectivamente, muy probablemente una de las intenciones de Coyoacán haya sido facilitar el acceso a una serie de títulos del marxismo, no sólo a partir de lo recién analizado, sino también en relación al tipo de lectura que deseaba favorecer. Si bien los autores publicados poseían cierta dificultad a la hora de lograr una cabal comprensión de sus escritos, al demandar un manojo de saberes previos, el nivel de exigencia que portaban cada uno no era mayor al que, por ejemplo, demandaba el Manifiesto Comunista, por citar a uno de los libros más leídos por las izquierdas no marxista y marxista en toda su historia.16 En contraste, parece no haber sido de interés publicar otros títulos como El Capital de Marx o el Imperialismo, etapa superior del capitalismo de Lenin, textos arduos, exigentes y solicitantes de tiempo, concentración y necesarias lecturas anteriores, más allá de que cuestiones técnicas relacionadas con su traducción hacían un poco más difícil su oferta en lengua española.17

No obstante, tales ideas respecto a los motivos que orientaron la publicación de autores marxistas por parte de Coyoacán parecen contradecirse si nos atenemos a la edición de títulos ajenos a esta tradición. Una explicación de esta mezcla radica en la función que la “Izquierda Nacional” asignaba a autores, estilos y géneros extraños al marxismo, frente al predominio ejercido por los escritos de doctrina y la reposición de debates y actas de los congresos de la Internacional. Analicemos esto a través de algunos ejemplos. Los libros de Sir David Kelly, el escritor boliviano Carlos Montenegro, Ángel Perelman, José Hernández o Joaquín Coca no responden a la tradición marxista, de hecho ninguno de esos autores lo fue. A primera vista pareciera que nada tiene en común colocar en un mismo catálogo a un autor como Kelly, embajador inglés en Argentina, y su testimonio sobre la situación social y política del país a mediados de los cuarentas, junto a las denuncias que Montenegro realizaba de las ingestiones extranjeras en Bolivia y en el resto de América Latina. Menos aún, si asociamos a estos con los títulos ofrecidos de Kautsky y Trotsky. Entonces, ¿qué compartían estos autores entre sí? ¿Por qué Ramos y compañía no continuaron editando otros escritos marxistas o escritores, como el clásico El manifiesto comunista de Marx, u otros textos de Lenin y Trotsky? Una posible respuesta a estos interrogantes demanda atender a varias cuestiones.

En primer lugar, el registro que moldea esos libros no es estrictamente político o doctrinario. En realidad, como puede verse en los casos de Kelly, Perelman, Hernández y Coca lo que predomina allí es el género testimonial o autobiográfico. El uso de la primera persona para el abordaje de cuestiones políticas, sociales y culturales a partir de experiencias singulares, es acompañada y transmitida por una escritura accesible y efectiva, ya sea para evidenciar el comportamiento de las clases altas argentinas durante la Revolución de Junio de 1943 y sus lazos sociales con el “imperialismo inglés”, denunciar la situación política durante la “década infame” según Coca, o el remarcar el papel que tuvieron los sindicatos cuando el 17 de Octubre narrado por Perelman. Este tipo de literatura, desde un ángulo de análisis, para la editorial tenía la finalidad de ejemplificar lo que en términos teóricos o doctrinarios el resto del catálogo ofrecía. Además, un elemento adicional y quizás más significativo para comprender el porqué de estas publicaciones, refiere a la capacidad que esas obras poseían para transmitir, implicar y acercar de manera emotiva a los lectores a temas, problemas y cuestiones asociados a la historia, la política y la cultura argentina y latinoamericana. Así, se buscaba complementarlas arduas lecturas que proponían los escritos de doctrina y debate.

El rescate y reposición de autores como Coca, Perelman, Hernández y Montenegro, a los que se podría sumar Arturo Jauretche, Manuel Ugarte o el político uruguayo Luis Alberto de Herrera, y los temas por estos abordados —la crítica a liberalismo, a las clases dominantes, el imperialismo, etc.—, revelan los contorno de la operación ideológica desplegada por el grupo Ramos en términos de renovar la cultura política de izquierda, cuya finalidad estaba ligada a recuperar y otorgar valor a determinados aspectos del pasado y del presente para extraer de allí argumentos, momentos históricos y liderazgos alternativos para el presente. Tal apropiación de ideas, temas y tópicos provenientes del nacionalismo, el populismo y antiimperialialismo conformaban, en definitiva, una propuesta político-cultural que estaba en sintonía con la crisis que atravesaba la identidad de la izquierda asociada a un liberalismo fuertemente cuestionado a principios de los años sesentas.

Por todo ello, es factible considerar la doble apuesta desplegada por parte de la editorial Coyoacán. Por un lado, su catálogo tenía como fin brindar a la juventud de izquierda herramientas centrales en la adquisición de un tipo de marxismo —en especial de textos de Marx, Engels, Trotsky y Lenin—, basado en la comprensión de cuestiones de vital importancia para el país y América Latina, como eran el papel del imperialismo, del proletariado en las democracias burguesas, las causas de la revolución rusa y la crítica al Partido Comunista. Por otro lado, el armado de la grilla revela una manera de abordar dichos temas apelando a otros géneros, como evidencian los trabajos de Perelman, Kelly, Hernández y Coca. El registro testimonial y autobiográfico que caracteriza a cada uno de estos libros, emergía como una condición que se creía más efectiva a la hora de transmitir e implicar a los lectores respecto a cualquier escrito militante. A partir de ello, se comprende mejor cual era la intención político-cultural de la editorial de Ramos y compañía: favorecer un proceso de formación político-cultural sin por ello dejar de atender a registros que, si bien estaban por fuera del canon del marxismo doctrinario, al mismo tiempo podían potenciar una comprensión más vital y vívida de los problemas del país y Latinoamérica desde una mirada de izquierda.

Comentarios finales

La importancia del marxismo en el pensamiento latinoamericano ha sido señalada en reiteradas oportunidades. Su capacidad para generar distintos proyectos de cambio tanto político como cultural, fue quizás uno de sus más destacados rasgos desde la llegada de los escritos de Marx a fines del siglo XIX a América Latina. Sin embargo, los jalones de esta historia todavía están preñados de abordajes parciales, muchas veces anclados en perspectivas nacionales y poco atentas al estudio de sus formas materiales, esto es, a aquellos aspectos a través de las cuales el discurso marxista logró conformar una materialidad específica en su búsqueda por “conquistar las almas” e impulsar la acción de militantes, obreros, estudiantes e intelectuales. A pesar de ello, los estudios más penetrantes y estimulantes dedicados al estudio de esta tradición han priorizaron las grandes figuras e ideas antes que explorar el papel cumplido por editoriales, editores, traductores, propiciadores y publicistas. No solamente sabemos poco de las editoriales que los comunistas supieron montar lo largo de la geografía latinoamericana, sino también de aquellos proyectos que, nacidos por fuera del aparato cultural del partido, sin embargo fueron protagonista de un proceso de reconfiguración político-cultural del marxismo. En muchas ocasiones, estos agentes y emprendimientos tuvieron un rol significativo en la difusión y vulgarización de una tradición que, hacia principios de la década de 1960, comenzaba, y tal como sugiere Hobsbawm, atravesaba un momento de expansión mundial inusitada en comparación a otros momentos de su historia.

El trabajo presentado no tuvo entre sus intenciones dar cuenta de todo el rico y complejo proceso de adaptación y traducción afrontado por el marxismo en Latinoamérica. Mejor, su objetivo era enunciar un llamado de atención sobre el vacío que existe en la literatura dedicada a la reconstrucción de una de las teorías que más significativamente moldearon el pensamiento latinoamericano en los últimos dos siglos. Más aún: su propósito ha estado en sintonía con evidenciar un campo de temas y problemas, brindar algunas preguntas y posibles líneas de investigación, utilizando para ello los avances logrados en un ciertamente pequeño pero representativo caso de difusión, vulgarización y experimentación de los marxismos latinoamericanos, como fue la política editorial de la “Izquierda Nacional” liderada por Jorge Abelardo Ramos a principios de los años sesentas.

 
Notas

1 Tal como lo afirmó Eric Hobsbawm (2011) en su trabajo sobre las ediciones de las obras de Marx y Engels.

2 Los trabajos sobre editoriales vinculadas al Partido Comunista en Argentina no abundan. Un aporte significativo es el que realizó recientemente Adriana Petra (2012). También habría que mencionar el de Hebe Clementi (2004). A nivel latinoamericano, mucha información puede encontrarse en el trabajo colectivo de Elvira Concheiro, Máximo Modonesi y Horacio Crespo (2007). Para el caso brasileño, se destacan Leandro Konder (1983), la compilación realizada por João Quartim de Moraes (2003) y Dainis Karepovs (2009).

3 Un muy buen panorama del estado del campo editorial argentina a mediados del siglo XX puede observarse a través del libro de José Luis de Diego (2006), en especial cap. IV y V.

4 Varios son los autores interesados recientemente en reconstruir y analizar la labor editorial emprendida por distintos grupos de izquierda en Argentina desde mediados del siglo XX, algunos con especial atención en la producción de literatura marxista. Entre otros cabría citar a Horacio Crespo (2011); Ignacio Barbeito (2011/2012); Diego García (2011/2012); Adrián Celentano (2013/2014); Martín Cortés (2014/2015); Diego García (2014); Sobre Era y otras editoriales durante los años sesentas en México, ver el texto de Valeria Añon (2014/2015).

5 Los autores que han advertido la crisis de las izquierdas ante el peronismo y en años posteriores son, Carlos Altamirano (2011); Oscar Terán (2013); Silvia Sigal (2002) y Beatriz Sarlo (2001).

6 El caso de la editorial Indoamérica fue abordado en Martín Ribadero (2012/2013)

7 Estos eran algunos de los visitantes regulares que concurrían a la librería Del Mar Dulce, según recuerda Luis Alberto Rodríguez en una carta enviada a Víctor Ramos, hijo de Jorge Abelardo, Buenos Aires, 11 de junio de 2012.

8 Entrevista a Víctor Ramos realizada por el autor.

9 Ramos también publicó a través del mismo sello su trabajo titulado El partido Comunista en la política argentina: su historia y crítica en 1962. Si bien era parte de una futura colección denominada “Dínamo”, no se registraron otras apariciones en los siguientes años.

10 Carta de Helio Jaguaribe a Jorge Abelardo Ramos, Río de Janeiro, 13 de octubre de 1961.

11Sobre la vida de Claudio Araújo Lima y en especial su relación con Gregorio Bermann, ver el trabajo de José Luis Fitó (1998).

12 “Prólogo” a Carlos Marx, La Cuestión Judía, Buenos Aires, Editorial Coyoacán, 1960, p. 3.

13 Esa participación fue cubierta por la revista Política a través de un artículo que llevó por título “Bajo los auspicios del Hatshomer Hatzair (Juventud judía socialista de izquierda)”, en Política, Año I, segunda época, Nº 5, 29 de marzo de 1961, p. 5.

14 “Prólogo”, al libro de Federico Engels, Socialismo utópico y Socialismo científico, Buenos Aires, Editorial Coyoacán, 1960, p. 8.

15 Es llamativa la falta de atención sobre la difusión y el alcance de las obras de León Trotsky y Karl Kautsky (y de otras figuras) que realiza Hobsbawm (2011) en sus estudios sobre la expansión del marxismo en el mundo occidental.

16 Sobre el rol y el impacto del Manifiesto Comunista entre las izquierdas ver el ensayo de Eric Hobsbawm incluido en su último libro (2011).

17 Todo ello, sin embargo, no debe dejar de obviar la disponibilidad que existía en español del libro de Marx El Capital, desde la traducción de la edición alemana que hiciera Juan B. Justo en 1898.

 
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Recibido: 22/10/2015
Aceptado: 21/03/2016
Publicado: 08/04/2016

 

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